Después de un mes sin publicar nada quería "empezar" el año en el blog hablando de literatura, pero no de un libro, sino de los fragmentos de poesía, novela o ensayo que nos vamos encontrando los usuarios del Metro de Madrid cuando viajamos.
Quería haber terminado el año hablando de educación y contando un poco mis vivencias en este campo tan amplio que parece haberse perdido. Pero, debido a la falta del tiempo por mi trabajo en la universidad, la dejé incompleta y he decidido eliminarla y escribir sobre algunos fragmentos que me he ido encontrando cuando viajo hacia a la universidad en la línea 3 de metro. En el fondo este tema también tiene mucho que ver con la educación, porque (como ya he repetido muchas veces, y no me cansaré de hacerlo,) leer es uno de los pilares de nuestra educación, sirve para desconectar, para meterse en otros mundos y para aprender cosas nuevas. A mí siempre me ha gustado leer y desde el primer momento, desde que empezó esta propuesta de Libros a la Calle, me gustó leer los fragmentos de las obras elegidas por el metro para colgarlos en los vagones y permitirnos conocer nuevos estilos literarios, así como a sus autores.
Quería haber terminado el año hablando de educación y contando un poco mis vivencias en este campo tan amplio que parece haberse perdido. Pero, debido a la falta del tiempo por mi trabajo en la universidad, la dejé incompleta y he decidido eliminarla y escribir sobre algunos fragmentos que me he ido encontrando cuando viajo hacia a la universidad en la línea 3 de metro. En el fondo este tema también tiene mucho que ver con la educación, porque (como ya he repetido muchas veces, y no me cansaré de hacerlo,) leer es uno de los pilares de nuestra educación, sirve para desconectar, para meterse en otros mundos y para aprender cosas nuevas. A mí siempre me ha gustado leer y desde el primer momento, desde que empezó esta propuesta de Libros a la Calle, me gustó leer los fragmentos de las obras elegidas por el metro para colgarlos en los vagones y permitirnos conocer nuevos estilos literarios, así como a sus autores.
Si he elegido este tema para desarrollar el primer post de este nuevo año (que ya era hora) es porque el otro día, a las ocho de la mañana, iba sin mucho que hacer en el vagón de metro cuando, como ya tengo por costumbre, me puse a leer el fragmento que tenía delante. Era un poema de amor de Tomás Segovia, escrito en 1966, llamado Los ojos del día y me encantó, tanto que fue lo que me hizo decidir con qué tipo de post quería empezar este nuevo año. Aquí os lo dejo y espero que lo disfrutéis tanto como lo hice yo entonces, y como lo sigo haciendo cada vez que lo leo:
Aun estando tú lejos el
amor me rodea.
Aunque duerma sin ti
duermo en tu lecho.
No tengo yo tu amor,
por él avanzo;
En él se pone triste
esta tristeza.
De tan poco que pesas
es tuyo todo el suelo.
Tu amor, tan fácil de
llevar, me empuja.
Tus delicados labios
gobiernan hondas zonas.
De quién somos si tú te
llamas mía.
Fue hecho para ti este
ser que tus manos,
tan seguras de qué
tocaban, han tocado.
Pero no es el único autor al que
nos podemos encontrar, en total son doce textos que reflejan, cada uno en su
estilo, la importancia de las letras en nuestra vida. A través de una carta
escrita a los reyes magos por Marcela, dada vida por Ana García – Castellano, se
puede ver la inocencia infantil de una niña que pide una hermanita nueva a los
mágicos reyes de Oriente. También destaco el texto de Josefina Aldecoa, Historias de una maestra, donde se
pueden encontrar frases tan emotivas como: “Nunca
he vuelto a sentir con mayor intensidad el valor de lo que estaba haciendo. Era
consciente de que podía llenar mi vida solo con la escuela.” Este fragmento
de la obra realmente me gustó, ya no por la vocación que siento hacia la
enseñanza y porque me gustaría acabar dando clases… sino también porque el
sentir que estás donde debes estar y que lo que haces sirve para algo llenándote como persona, es un sentimiento muy grande, difícil
de encontrar pero que, al leer esa frase del libro plasmada sobre el vagón de
metro, recuerdas cómo te sentiste y lo hermoso que era. A veces el valor que
tiene lo que hacemos es suficiente para
llenar nuestra vida.
Por último me gustaría resaltar
la última frase del texto Monte Sinaí
de José Luis Sampedro porque me sentí
plenamente identificada con lo que ponía. El caso es que estos últimos meses no
han sido excesivamente fáciles y por eso se ha quedado todo un poco en pausa,
incluido mi atención a vosotros, mis lectores y, a veces, se me olvida que en
mi vida es muy importante el seguir escribiendo y compartiendo cosas con quien
quiera leerme. Por eso, cuando leí el fragmento de Monte Sinaí y llegué a la última
frase mientras hacía el transbordo de Moncloa
a Ciudad Universitaria algo saltó en mi interior y me hizo saber que tenía
que compartirlo con vosotros porque este tipo de cultura no puede ni debe pasar
desapercibida entre los viajeros, pues algunos textos son como un rallo de
esperanza. Os dejo, pues, el fragmento que termina el primer post del año
que, aunque escrito con retraso, confío en que os guste y os haga fijaros más
en este tipo de lecturas que, no hay duda, amenizan el viaje a cualquiera de
sus lectores:
* Todas las imágenes de este post han sido sacadas de las fuentes de imágenes de Internet, exceptuando la imagen del texto Monte Sinaí, que ha sido obtenida de la página Libros a la Calle.
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