"No hay nada que un hombre no sea capaz de hacer cuando una mujer le mira. ¿No lo sabes? (...) Es la única que puede hacer salir al mar todas las barcas y plantar otra vez rosales en los huertos"
Portada de mi trabajo en 4º de la E.S.O. |
Hacía
mucho que no me sentaba a recomendaros ningún libro, sin embargo hoy me he
decantado por uno de mis grandes amores del mundo del teatro: Alejandro Casona,
de quien tengo varias joyas en mi estantería. Hoy os vengo a reseñar esa obra
que me descubrió a uno de los grandes del teatro y que me hizo amar la palabra
escrita en forma de diálogo directo: La barca sin pescador. Sobre ella hice un trabajo en
cuarto de la E.S.O, del que hoy os recojo la portada que hice para él, así como
algunas partes citadas que podréis leer a continuación.
La
barca sin pescador es una historia de personas que enfrenta dos mundos
completamente distintos: el de los negocios y finanzas, donde la mentira y la
maldad parecen estar a la orden del día; y el mundo de los pescadores, donde
destaca la vida sencilla del que trabaja duro para ganarse el pan en contacto
directo con la naturaleza. Ambos mundos son duros para sobrevivir en ellos, en
el primero porque se debe ser un lobo para no acabar siendo devorado y en el segundo
porque la naturaleza es agresiva, especialmente en algunas épocas del año; sin
embargo a ambos mundos les diferencia un elemento, muy importante, que no es otro que el
amor.
En el primer mundo, carente por completo de personas con la capacidad de amar a otras personas, es donde encontramos a Ricardo Jordán, un hombre de negocios que a lo largo de su vida, para conseguir lo que quería, ha atropellado todo lo que se le ponía por delante, así como ha hecho todo lo prohibido bajo la premisa de que “el corazón es un mal negocio”. Sin embargo le falta una sola cosa por hacer para que su alma se termine de perder: matar.
El Caballero Negro le propone a Ricardo algo muy sencillo: devolverle todo su poder y dinero perdido a cambio de un asesinato sin sangre. Este asesinato sin sangre consiste en que alguien en alguna parte del mundo morirá pero sin que nadie lo pueda relacionar con Ricardo porque lo que el demonio busca no es que este se manche las manos de sangre literalmente, sino que consienta en la intención moral del asesinato.
En el primer mundo, carente por completo de personas con la capacidad de amar a otras personas, es donde encontramos a Ricardo Jordán, un hombre de negocios que a lo largo de su vida, para conseguir lo que quería, ha atropellado todo lo que se le ponía por delante, así como ha hecho todo lo prohibido bajo la premisa de que “el corazón es un mal negocio”. Sin embargo le falta una sola cosa por hacer para que su alma se termine de perder: matar.
La obra
empieza con un primer acto donde todas las finanzas de Ricardo empiezan a caer
en picado y este se queda solo, pues todos los que le siguen (por supuesto por
interés y no porque le aprecien lo más mínimo) le abandonan. Es en ese momento
tan oportuno cuando aparecerá en escena El Caballero Negro, que no es otro que
el demonio, empeñado en conseguir el alma de Ricardo haciendo que traspase esa
única barrera que le queda para que su alma sea suya.
El Caballero Negro le propone a Ricardo algo muy sencillo: devolverle todo su poder y dinero perdido a cambio de un asesinato sin sangre. Este asesinato sin sangre consiste en que alguien en alguna parte del mundo morirá pero sin que nadie lo pueda relacionar con Ricardo porque lo que el demonio busca no es que este se manche las manos de sangre literalmente, sino que consienta en la intención moral del asesinato.
Cartel película La barca sin pescador |
Ofreciéndole, por tanto, recuperar toda su fortuna a cambio de elegir a un
hombre cualquiera en cualquier parte del mundo, se ayudará de una
globo terráqueo para señalar un lugar al azar y a un hombre al azar (o eso es lo que
parece) que Ricardo, con un solo esfuerzo de voluntad, matará y tendrá de nuevo toda la
fortuna y el poder de golpe en sus manos.
Ese
hombre será Peter Anderson, que vive en una pequeña aldea de pescadores en el
Norte, y por lo tanto pertenece a ese segundo mundo del que hablábamos antes. A través del globo terráqueo nos presentan a Peter, que ha bebido un poco de whisky para celebrar que acaba de comprarse una
barca y que canta una vieja canción mientras sube la cuesta camino a una ventana
iluminada... Mientras tanto Ricardo, indeciso, escucha el viento y la canción que vienen desde
la otra punta del mundo a través de la esfera hasta su despacho.
Ricardo solo tiene que firmar para acabar con la vida de Peter y, tras ser presionado por el demonio, finalmente acepta el trato, pero cuando firma un grito desgarrador de mujer que pronuncia el nombre de Peter llega a través de la esfera y se queda grabado a fuego en la mente de Ricardo.
Ricardo solo tiene que firmar para acabar con la vida de Peter y, tras ser presionado por el demonio, finalmente acepta el trato, pero cuando firma un grito desgarrador de mujer que pronuncia el nombre de Peter llega a través de la esfera y se queda grabado a fuego en la mente de Ricardo.
Ya
se han cruzado los dos mundos, pero queda que se entremezclen, algo que
ocurrirá más adelante, cuando, tras ese grito, Ricardo no pueda dejar de
obsesionarse y finalmente acabe viajando hasta esa pequeña aldea en
una costa nórdica en busca de respuestas, pues ni el regreso de toda su fortuna
podrá calmar el desazón que ese grito de mujer ha despertado en él.
El
segundo acto empieza dos años después del incidente, en el pequeño pueblo
costero, mostrando la forma de vida que ha tomado esa casa tan vacía tras la muerte de Peter. La escena la presentan la abuela y Frida, la hermana de
Estela (viuda de Peter), que serán las que muestren cómo viven en esa casa,
donde el silencio parece haberse impuesto tras la muerte del hombre de la casa,
a quien Estela ha sustituido haciéndose cargo de todas sus labores con la
esperanza de mantener el hogar que ambos compartían, así como la barca de
Peter.
Es
entonces cuando llega Ricardo al pueblo buscando algo sencillo pero a la vez
muy difícil de encontrar: descanso. Acaba, por diversas circunstancias, en
casa de Estela y la abuela, donde descubrirá una familia rota que sobrevive
como puede ante las circunstancias sumadas a la dura vida que, vivir al lado
del mar, trae consigo. Ricardo entra en sus vidas como si fuese un viejo amigo
de Peter con la esperanza de encontrar la paz que está buscando.
En
las dos semanas en las que tarda en volver el barco de Ricardo su estancia en
la casa de Peter le ayudará a abrir los ojos y a encontrar ese amor que marcará
un cambio en su vida y en su espíritu.
No
os quiero desvelar mucho más porque merece la pena dedicar un par de horas a
leerse esta magnífica obra de teatro que es una genialidad para comprender el
espíritu humano, la lucha personal de cada uno, así como las propias bajezas.
El espíritu de superación del ser humano está plasmado en esa barca vacía por
la que Peter peleó con uñas y dientes.
Fuerza
y lucha, así como el amor como mensaje para mover el mundo, es lo que transmite
esta obra de teatro, en una muestra de cómo el segundo mundo, tan arraigado a
la naturaleza, se come a ese primer mundo tan distinto, de forma que las bajezas
humanas quedan limpiadas por el mar, arrastrando mar adentro todo lo malo que
Ricardo pudo hacer en su antigua vida.
Una
obra que me leí siendo muy joven y que aun guardo con muchísimo cariño en
la estantería. Digna de releer y disfrutar, tanto de su mensaje como de la
historia de todos los personajes, que en la adversidad (incluso en la que han
provocado ellos mismos) son capaces de salir adelante y encaminar sus vidas.
* Todas las imágenes de este post, exceptuando la segunda y la tercera que han sido sacadas de las fuentes de imágenes de Internet, han sido hechas por Lucía Berruga (@LuBeSa89)
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