LO QUE APRENDIMOS Y HEMOS IDO PERDIENDO POR EL CAMINO...
En decadencia, así nos encontramos las personas y la sociedad en genera con las que convivimos. Llevaba ya mucho pensando en hacer un post para tratar este tema, realmente cada vez que salgo a la calle me dan ganar de ponerme a escribir porque cada vez que atravieso mi portal (y bueno, sin atravesarlo también, ya que me vale con llegar a las escaleras de mi edificio gracias a mis vecinos adolescentes) me empieza a entrar la sensación de que algo estamos haciendo mal… seguro que vosotros también lo notáis o tenéis la misma sensación.
Como joven que soy tengo muy bien situada en al cabeza la
imagen que damos a la sociedad los
chicos y chicas de nuestra edad pues ya sabemos como funciona la situación
siempre: una persona no basta, se engloba a todos en el mismo saco. Se ha visto
con problemas de racismo, se ha visto con problemas de bandas, de robos… en
fin, un comportamiento individual o grupal como de unas diez personas hace que
generalicemos sin cesar. El problema ya no es solo cuando generalizamos un
determinado perfil, sino también cuando los que se incluyen dentro de ese
perfil se dejan llevar por el estereotipo y pasan a multiplicar el problema,
porque… ¿si unos lo hacen, porqué no hacerlo nosotros? Ya se sabe que a dónde
va Vicente es a donde va la gente, eso sí, quién es el tal Vicente nosotros no
lo sabemos.
Cuando hablo de educación hablo automáticamente de respeto
también, pero ¿qué es el respeto o la educación? ¿Es mantener unas normas hacia
los que nos rodean? ¿Es tratar con consideración al de al lado? ¿Es no hacer a
los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti? Yo creo que un poco de
todo a la vez pero manteniendo el equilibrio social de algo que desde muy pronto sabemos
todos: que mi libertad termina donde empieza la de los demás y que puedo
disfrutar que soy libre siempre que mis actos no dañen o molesten a los que me
rodean.
La regla es fácil y
hay muchos comportamientos y actitudes basadas en normas no escritas sobre ser
educado y mantener el respeto a los demás cuando convivimos en sociedad. Pero fácil no es, o no debe serlo ya que lo cierto es que
salir a la calle por las mañana para empezar el día es una batalla constante y
campal que se repite todo los días sin excepción. Muchas veces hablamos entre
nosotros del ansia de matar que se apodera de nosotros cada día, se dice que somos
animales sociales y lo somos pero muchas veces nos sobran los que nos rodean y
todo se debe a que no parecemos interesados en convivir en sociedad. El Reno
Renardo, al que no soy demasiado aficionada, dice en su canción Hasta la polla:
“Sales de casa contento y feliz y un odio
social se apodera de ti” y la verdad es que es cierto y si no hacemos nada
o pasamos por el lado de la persona a la que daríamos un toque de buen agrado
para que respete a los demás es porque no queremos montar el número o… porque matar es ilegal y, socialmente, no está
bien visto. Y al leer esto algunos os escandalizaréis (o puede que no) pero es
cierto, igual que no hacemos muchas cosas en sociedad porque nos da vergüenza
que nos vean los demás o por miedo a ser juzgados o dar la nota como quedarse
dormido en un viaje y roncar, o que se te caiga la babilla o, aun peor, que se
te escape un pedo bien sonoro (y no digáis que no que no porque esas cosas
pasan). No la liamos ni nos la jugamos, nos quedamos callamos porque no nos
gusta llamar la atención de gente desconocida que nos rodea y que no conocemos
de nada.
* Todas las imágenes de este post, excluyendo la de los pies sobre el asiento del vagón que ha sido tomada por Lucía Berruga, han sido obtenidas de las fuentes de imágenes de Internet.
A mi, personalmente, una de las cosas que más me molestan
es cuando te metes en un baño público y, haya cerrojo o no, tienes que estar pendiente
de la puerta porque, por supuestísimo la regla no escrita de “si la puerta está
cerrada está ocupado” o la de “llama antes de intentar forzar la puerta como si
te fuese la vida en ello para comprobar que no haya nadie” no entra en el cerebro
de la mayoría de las mujeres que usan un baño público. Solo te salvaría el
hecho de que haya cola y que se entre a los baños por turnos porque entonces ya
es más improbable que alguien se cuele para intentar forzar la puerta del baño
que estas usando (aunque también pasa). ¿No os molesta a vosotras estar en el
baño y que sin ton ni son te toque erguirte de la taza en la que estás haciendo
equilibrios para que no se te caiga nada y cerrar de un portazo porque una
señora ha decidido que para qué va a llamar o a esperar a que la puerta se
abra? Más de una vez he tenido que soltar un grito de “¡¡está ocupado!!” porque el
empujón que le he dado a la puerta para volverla a cerrar la señora lo debe de
interpretar como que ha sido una corriente de aire o algo así porque, no
contenta con la primera vez, lo vuelve a intentar por segunda vez… supongo que
para asegurarse, claro, no vaya a ser que la falta de educación no haya quedado
clara al ocupante del aseo.
Otra de las cosas que las personas no hacemos bien es la
manera de convivir con la circulación de los automóviles. Desde pequeños nos
enseñan a todos que el rojo es que no se debe cruzar y que verde es que si que se
puede cruzar, tanto para coches como para transeúntes. También nos enseñan lo
que es la izquierda y la derecha y todo niño que haya montado en bici sabe que
ha de señalizar con el brazo que va a ir en una dirección u en otra para que si
hay algún coche lo sepa y se respete. Sin embargo el niño, que siempre suele
circular en zonas que considera seguras, no lo lleva a cabo. Otros como yo por
cuestiones de falta de equilibrio son incapaces de soltar el manillar para hacer
los gestos con los brazos y, al final, dejan de montar en bicicleta. El caso es
que ya de mayores parece que a los conductores se les ha olvidado que hay más
persona que circulan y que cruzan la calle a la vez que ellos y que, quitando
las infracciones más graves, las más sencillas como poner los intermitentes y
avisar de si van o no a girar son
secundarias y casi nadie las cumple.
Por supuesto el parar en los pasos de
cebra es algo que tampoco se cumple lo que hace que cada vez que vas a cruzar
un paso de cebra sin semáforo el cruzar al otro lado se convierta en un tira y
afloja entre los transeúntes y el conductor. Por supuesto el semáforo debería
facilitar el tránsito pero lo cierto es que ni los conductores ni los ciudadanos
a pie los respetamos, es más fácil cruzar en rojo que esperar a que se ponga en
verde y es más fácil cruzar por donde te venga en gana que subir o bajar un par
de metros para llegar al paso de cebra (y en eso me incluyo). El porqué
llevamos a cabo este comportamiento es algo inexplicable, quizás es que no
podemos esperar para llegar a donde queremos, que el resto de la gente nos
sobra y queremos hacerlo antes que nadie… sea como sea arriesgamos nuestra vida
y las de los demás ya no con las infracciones graves, sino con las más
sencillas como respetar los pasos de cebra y los semáforos.
Otro punto a tratar es la falta de respeto que hay hacia
las cosas materiales porque, claro, si no respetas ni al vecino ¿cómo vas a
respetar los elementos materiales que te rodean? En este caso concreto quiero
hablar de los monumentos. Los monumentos forman parte de nuestra cultura y como
patrimonio histórico que son es nuestro deber mantenerlos cuidados evitando que
se estropeen. Sin embargo cuando vamos a cualquier sitio arrasamos con ellos: nos
apoyamos e incluso nos subimos encima si podemos para hacernos una
bonita foto. De ahí a decorarlos con nuestro nombre hay un salto, porque por
supuesto ¿cómo no vas a dejar constancia de que estuviste en aquel trozo de piedra
o de metal y de que eres un vándalo? Nos comportamos con impunidad como si lo
que maltratamos no fuera con nosotros, como si no fuese un legado que hemos de
cuidar. Aquí en mi ciudad es muy típico ver en Plaza España a Don Quijote y
Sancho Panza siempre con compañía, las zonas brillantes del bronce indican las
partes del monumento en el que la gente de manera constante se apoya y se
agarra, hasta he visto en más de una ocasión cómo subían a los niños a lomos
del caballo o del burro de Don Quijote y Sancho Panza para hacerles una foto…
no hay duda de que a la hora de faltarle el respeto a nuestra cultura no hay límites.
El mejor ejemplo es sin ninguna duda el trato que se le da
aquí en Madrid a la Cibeles cuando gana el Real Madrid, sin duda un acto
despreciable de respeto hacia la cultura pues ya me diréis qué necesidad hay de
maltratar un monumento histórico como este solo para poder fanfarronear de unos
triunfos cuando tienen un bonito campo de fútbol enorme en el que celebrar sus
logros junto con todos sus seguidores sin que tengan que molestar a nadie ni
causar daños que, por supuesto, luego otros arreglarán y limpiarán. Esto no es
una crítica al fútbol, que aunque no me guste lo respeto, es una crítica al
comportamiento social que trae consigo y a los resultados que genera y que son
más que reprochables.
Respecto a esto también se pueden mencionar los grandes
destrozos y suciedad que los jóvenes vamos dejando tras las macrofiestas o
macrobotellones que se organizan: grandes cantidades de basura y de daños
estructurales que parece que tenemos la impunidad de llevar a cabo… tras
fiestas como San Cemento, allí al lado de mi facultad, da verdadera pena ver como queda el césped tras ella; los barrenderos tardan tres días en quitar toda la mierda que aquellos que se
juntan son incapaces de tirar a su debido tiempo. Nadie piensa que luego otro
va a tener que recoger aquello que tu has ensuciado, y aun peor, hay muchos que
dicen “para eso se les paga” pero me gustaría mucho que me invitasen a su casa,
dejárselo todo echo una mierda y luego no recoger nada y decirle “Recoge tu,
para eso es tu casa”. Entramos en la reflexión sobre el respeto de no hacerles
a otros lo que no te gustaría que te hiciesen a ti… es fácil: ¿lo harías en tu casa? ¿NO? Pues
tampoco lo hagas fuera de ella.
Como antes mencionaba tengo muy clara la visión que se
tiene de los jóvenes: maleducados, respondones, desconsiderados… y cada vez son
más lo que son así, parece ser. Dicen que las nuevas generaciones vienen
descontroladas porque su única educación es la televisión y unos padres
demasiado cansados de trabajar que no tienen fuerzas para enfrentarse a ellos…
el modelo o la forma de educar ha cambiado y eso se nota. Sin
embargo no siempre es así y muchas veces vemos la paja en ojo ajeno sin ni
siquiera fijarnos en la viga que tenemos en el propio y esto lo digo porque los
jóvenes tenemos muchas veces problemas con los señores mayores que en seguida
alzan la voz para referirse a nuestro mal comportamiento y lo mal educados que
somos y, en alguna ocasión no dudo de que así sea, pero en otras tantas
ocasiones la culpa es de las personas mayores o ancianos, si se me permite.
Porque los ancianos le echan mucho morro
a la vida y, precisamente porque han vivido más que tu, tienen más derecho que
otras personas a aquello que se les antoje.
Esto depende obviamente del tipo de
persona que se sea, igual que con los jóvenes, pero resulta curioso que sean
los mayores los que más respeto pidan por sus personas y que luego sean ellos
mismos quien menos respeten a los demás. Por ejemplo no hay reglas escritas
sobre que si hay una cola has de esperar tu turno, sin embargo todo el mundo lo
sabe pero hay ancianos (y no tan ancianos) que se las ingenian para colarse y
que no les importa que tu estuvieses antes o el tiempo que estuvieses esperando
porque, obviamente, su tiempo vale más que el tuyo. Es curioso también porque
estas personas mayores que tanto respeto piden a los jóvenes son las primeras
en aprovecharse de la juventud para dar un empujón, colarse como si nada o
faltarnos el respeto. Supongo que todo va relacionado.
El último tramo de esta enumeración de cosas que se nos
han olvidado y que hacen estar en decadencia a la educación es la parte de
la convivencia en el metro o en el autobús, aunque tomaré el primero como
ejemplo por tener una experiencia más directa con él. Aquí realmente se puede
ir haciendo un recorrido de lo que transcurre según vas adentrándote en el
metro ya que es donde más detalles se encuentran para incrementar nuestro
desprecio social:
El primer paso o punto son las escaleras mecánicas porque,
como todos sabemos (o al menos eso se supone) hay una norma no escrita que se
sigue y que determina que la zona de la derecha es para quedarse parado y que
el de la izquierda es para subir andando, sin embargo la gente no tiene en
cuenta que tu, por prisa o porque te apetece salir del tumulto de gente
cuanto antes, quieras subir las escaleras mecánicas andando, porque es más rápido
que con las escaleras normales, y se plantan en medio de la escalera impidiéndote
pasar o empiezan a subir y a medio camino deciden pararse porque no les apetece
seguir y tu te los tienes que llevar por delante para poder pasar o aguantarte… el caso es que lo hagan aposta o no a mi
personalmente me dan unas ganas inmensas de empujar a la persona escaleras
abajo cuando se sitúan en el lado izquierdo y, tan panchas, se quedan allí
paradas. Hay muchas personas que dicen que por 5 segundos más no merece la pena
que te puedas llevar a alguien por delante (cosa que no pasa si todo el mundo
se pusiera en su sitio) sin embargo no siempre es por prisa, yo por ejemplo sé
donde está la salida de metro de la parada en la que me bajo, si no estoy en
esa puerta cuando el metro pase (que se encuentra justo al final del andén) me
toca avanzar por los vagones de pie con el tren en marcha a riesgo de caerme o,
peor, de caerme encima de alguien, por lo que si veo que al metro le queda poco
para entrar me interesa bajar andando para poder situarme donde me corresponde.
Es cierto que el que se sitúa a la izquierda no está matando a nadie y que
tirarle por las escaleras no es necesario, en eso estamos de acuerdo, pero
cuando esa situación la vives cuatro o más veces al día durante todos los días al final
el instinto asesino aflora… porque,
vale, no está matando a nadie, pero molesta y además lo sabe y, digo yo, si
algo como situarse a la derecha o situarse a la izquierda cambia que puedas
molestar a alguien ¿por qué no hacerlo?
El caso es que con esta tesituras llegas al andén y te sitúas
en la zona donde la puerta se ha de abrir pero, por supuesto, alguien más mayor
decide que no te vas a sentar ante que él e intenta situarse por delante de ti
para llegar antes a la puerta… sea como sea consigues entrar y te sientas o te
quedas de pie. Si te has quedado de pie lo hagas como lo hagas te molestarán y
molestarás porque constantemente hay gente entrando y saliendo por lo que leer
ese libro que tanto te interesaba sin que una persona pase por delante para ir
a otro vagón y te lo arranqué de las
manos de un empujón se convertirá en algo bastante improbable de conseguir sin estar de manera constante siendo un Homer Simpson y practicando el "libro arriba, libro abajo, libro arriba, libro abajo" y, por supuesto, ya no hablemos de los que meten la cabeza en nuestra lectura porque también les interesa lo que estás leyendo y que ni se plantean que pueden molestar. De todas formas, por mucho que lo pueda parecer, ir sentado no es tan maravilloso como lo
pintan ya que si tienes la mala suerte de que se te siente al lado alguien que
decide que parte de tu asiento también le corresponde puede ser una experiencia
realmente incomoda. Por ejemplo están los que leen el periódico a doble página
en vez de reducirlo a solo una, esos como son periódicos grandes tienen que
meterte las páginas del periódico en tu línea
de visión, aunque no te interese lo más mínimo y, si pueden, también te
meten el codo en las costillas o en el vientre ya que si no lo hacen no pueden
leer bien el periódico y además da igual que empujes sutilmente con tu brazo en
el suyo o que lo metas en su campo de actuación para hacerle notar que ahí hay
alguien, no da igual, porque no se dan por enterados. Es una forma sutil de dar
a entender al que está al lado que te importa una mierda que esté sentado ahí
porque ese es tu espacio y que este es una molestia para ti... y así son las
cosas.
De todas formas el señor leyendo el periódico no es lo
peor que te puedes encontrar en el metro porque por lo menos y a pesar de su
falta de tacto está leyendo y haciendo algo productivo; no, lo peor es cuando
te va a sentar en el tren o en el metro y el que también ha decidido que el asiento de en
frente o el de al lado es suyo pone sus pies calzados o descalzos sobre
el asiento que oye, muy limpio no estará, pero sin el sudor de pies de ese
señor o señora o sin la mierda de sus zapatos pues mejor. Hay que se guarro y
mal educado pero, por supuesto no le digas nada porque, aunque seguro que hay muchos pensándolo nadie más te
apoyará si hay un enfrentamiento, pues así es el ser humano. Sin embargo aunque
estos no se quedan cortos luego están los del móvil en la mano; resulta que tu
estas tan tranquilo un día en el metro y de repente oyes una músiquita y
piensas “coño, el metro ha puesto música en sus vagones” pero no, es un idiota
con el móvil que sin ningún respeto ha decidido que no se va a poner los cascos
porque para qué va a hacerlo y que, como
su música es maravillosa, va a hacer que todos, nos guste o no, la compartamos.
Por supuesto todos miramos de forma elocuente a la persona
en cuestión que sigue a su rollo como si no fuese la cosa con él hasta que, oh milagro, se baja o, oh santo cielo, te encuentras en medio de una discoteca porque
otro sujeto ha decidido hacer lo mismo y ahora te encuentras con la música en modo
estereo rodeándote como en el cine, pero eso si, con la imagen del viajero de
enfrente con expresión de resignación o de mala leche en la cara. Por supuesto
tampoco puedes decirles nada porque solo conseguirás que te contesten y que
nadie más diga nada… somos muchos los afectados, si los cogiésemos entre todos
y los echásemos del vagón no lo seguirían haciendo, pero seguimos callados
aguantando el chaparrón y refugiados en nuestros propios cascos que a veces te
dan ganas de regalar para ver si así pillan la indirecta porque, de nuevo, el
asesinato está mal visto y por mucho que desees darle de leches con su propio móvil
no es socialmente correcto (aunque en este caso puede que hasta aplaudiesen al
valiente).
Os pongo una representación gráfica que han hecho en el Blog Pere Pérez sobre cómo quedaría el resultado de este acto que el propio blog ha catalogado como "Gente odiosa. Volumen 1":
Total que con todo ello sales del vagón y te toca salir
como en la guerra, con escudo y casco, porque esa norma del “dejar salir antes
de entrar” también se las pasan muchos por donde ya sabéis, así que como resulta
que vivimos en plena jungla y no en una sociedad civilizada y donde la ley que
rige todo es “pisas o te pisan” por supuesto pisas, o más bien te llevas por
delante al que pilles, y sales mal humorado del vagón para encontrarte de nuevo
ante un lado izquierdo de las escaleras mecánicas bloqueado por algún zoquete
y, miras tu reloj, porque al final, si que llegas tarde. Eso si, que nadie se vaya
porque a la vuelta aún hay más de lo mismo.
El caso es que las normas de convivencia no son tan
sencillas, o eso parece, porque todos los días nos encontramos con lo mismo de
manera repetida y constante. Pero lo
cierto es que las normas si que son sencillas, lo difícil es que se cumplan, no
es tan difícil ser educado y saludar cuando se llega a un sitio, o despedirte
si te vas a ir, o ayudar a alguien, o apartarte para no estorbar… en fin, diversas formas de comportarse para
que no parezca que los demás están ahí como un mero adorno y que de verdad son
personas. Que si vas a una panadería a compara el pan puedes tratar al que está
tras la barra como un igual y no como un sirviente sin dedicarle ni un saludo.
No creo que sea tan difícil ser respetuoso con los demás ni ser mejores
personas con los demás… actualmente hasta se está tomando medidas para fomentar
estos valores como se puede apreciar en la imagen porque ser amables y educados
no nos sale caro ni nos cobran por ello, de momento.
Es muy importante como cultura general, como forma de ver
el mundo y de vivir en él, como forma de tratar a las cosas y a las personas,
aprender a cuidar del otro y a mejorar un poco su día teniendo cuidado de que
él también está allí Hemos de tener en cuenta que todo lo que hacemos los
niños, los hijos de esas personas, lo ven, observan como nos comportamos a su
alrededor, ¿cómo le vamos a pedir educación a un niño si no ve a sus padres
dársela al resto? O ¿cómo vamos a pedirle que en un futuro respete al de al lado si ahora ve que
la sociedad no respeta al vecino ni las cosas que tiene de valor?
La televisión y las nuevas formas de vida afectan al
comportamiento de los niños, claro que si, pero eso no significa que día a día
no podamos ser mejores y enseñar a ser mejores, dejar una mejor sociedad para
que haya un mundo mejor más adelante porque, al paso al que vamos, nos hundimos
sin remedio y sería una pena que, tras haber recorrido tan largo techo,
retrocedamos tantos pasos de golpe y que todo lo aprendido se pierda por el
camino.
* Todas las imágenes de este post, excluyendo la de los pies sobre el asiento del vagón que ha sido tomada por Lucía Berruga, han sido obtenidas de las fuentes de imágenes de Internet.
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