Qué ver, por dónde pasear y reseña de los mejores lugares: rutas que ningún visitante debe perderse
Lo primero que habría que decir
de Londres no es que es bonita, o que es grande, o ruidosa, o limpia, o que hace mal tiempo… no, lo primero que habría que decir de Londres es
que es variada en todo lo que la conforma: sus gentes, su cultura, sus
edificios, sus restaurantes… fue lo
primero que pensé cuando salí del aeropuerto y me metí en el metro, donde
conviven culturas y tipos de personas distintas por completo, opuestas, y donde
parece que cada uno lleva su ritmo y su estilo de vida, sin meterse en el de
los demás. Lo cierto es que creo que en Londres podrías ir cómo más te gustase
ir y, mientras en otras ciudades se consideraría estrafalario, allí no pasaría
de llamar la atención.
Así es Londres, en todo, su
máxima esencia (o al menos fue lo que me transmitió a mi) es que cada uno de
sus detalles son distintos pero, de forma curiosa, no desencajan entre sí, sino
todo lo contrario: conforman lo más especial de esta ciudad que todo el mundo
debe visitar.
En este post os voy a hablar de
la ruta que hice yo para ver lo más posible en cuatro días que pasé allí con mi
familia, porque la verdad es que fue bastante y para todo lo que ofrece la
ciudad y todo lo que se puede visitar no se puede decir que nos quedásemos
cortos.
Volamos con Easyjet aunque la
jugada no nos salió muy bien ni a la ida ni a la vuelta, así que no es que lo
recomiende que digamos, ya que a la ida nos retrasaron el vuelo y luego nos
dejaron en el aeropuerto que no era por mal tiempo al parecer, porque al que
íbamos destinados estaba cerrado, lo que pasa es que tanto por cómo se veía el cielo
al llegar como por el amigo Internet supimos que estaba abierto, así que en
general todos nos sentimos bastante engañados. A la vuelta también volvimos con
retraso y no avisaron de la puerta hasta media hora antes de embarcar por lo
tanto fuimos a la carrera después de esperar más casi tres horas… así que
bueno, gracias a esta compañía no empezamos con muy buen pie el viaje, pero
tras el percance cogimos un tren a un alto precio (es lo segundo que destacaría
de Londres: lo carísimo que es todo) y llegamos a la estación de Victoria, donde
nos dirigimos al hotel.
Tras dejar las cosas en él nos
fuimos directos a comer pues desde las 9 que teníamos que haber llegado (hora
de allí) eran las dos de la tarde pasadas, así que teníamos mucha hambre, pero
del hotel y de los restaurantes os hablaré en el siguiente post, así que
paciencia ;)
El caso es que tras comer nos
fuimos a pasear lo que se denomina City of London, cogimos el metro en
Victoria y nos fuimos hasta la famosa
Torre de Londres, que se inició en el 1066 como parte de la conquista normanda
de Inglaterra, es un conjunto de edificios que recibe su nombre de la famosa
Torre Blanca, construida por Guillermo el Conquistador en 1078. El día que la
visitamos estaban de conmemoración y muchas personas estaban rodeando el
edificio con rosas rojas de papel que, desde arriba, hacían que pareciese una
marea roja que rodeaba el muro y así lo ponía en los carteles que daban a la
torre: blood swept lands and seas of red
(la sangre cubrió tierras y mares de rojo). Lo cierto es que me salió la vena
friki y me recordó un poco a Juego de Tronos, porque entre que en la Torre de
Londres se da de comer a los cuervos puesto que la leyenda cuenta que la corona
británica y la propia torre caerían si desaparecieran los cuervos que allí habitan,
motivo por el cual se les da de comer haciendo que todo esté lleno de ellos y que
los carteles, donde se veía la rosa roja con la frase mencionada, también tenían
escrito: Tower of London remembers (la
Torre de Londres recuerda, referido a la Primera Guerra Mundial) pues no pude
evitar acordarme de Invernalia con lo de "El Norte no olvida"
Fricadas a parte la verdad es que
me pareció muy bonita, no entramos pero igualmente por fuera se nota que es un
edificio magnífico y la verdad es que con las rosas rojas tenía un aspecto
imponente.
A continuación seguimos avanzando
y llegamos hasta el maravilloso Puente de Londres, cruzando el enorme río Támesis
que bajaba con una fuerza sorprendente. Aunque el puente que vemos en la
actualidad se inauguró el 17 de marzo de 1973 el lugar lleva albergando puentes
durante cerca de 2000 años, siendo el primero de todos construido en madera en
ese mismo lugar por los romanos alrededor del año 46 d.C.
El actual desde luego es una
maravilla y siempre está lleno de gente haciéndose fotos ya que es uno de los
mayores reclamos turísticos de Londres.
Desde el puente empezamos a
pasear el Támesis contemplando los edificios del otro lado del río, ahí de
nuevo pude contemplar la capacidad de la ciudad para albergar sin desentonar arquitectura
moderna y antigua: los edificios enormes de cristal sobresalían sobre edificios
de estilo clásico creando una imagen cautivadora y llamativa por la forma de
encajar eclécticamente.
Paseamos durante un buen rato río
arriba, y al terminar el paseo nos introducimos ciudad a dentro y nos tomamos
un café en un Caffè Nero, una de las muchas cafeterías de esta cadena que se
distribuyen por la ciudad y donde es frecuente ver a la gente leyendo o
charlando. Desde ahí seguimos hasta la
preciosa Catedral de San Pablo con sus bonitos jardines donde la gente da de
comer a las ardillas. Es muy bonita aunque solo la vimos por fuera pues
llegamos pasadas las seis de la tarde y debéis saber que allí a las seis exceptuando
los restaurantes es como si fuese a caer un diluvio, porque cierra todo.
Las calles de Londres son muy
bonitas y permiten apreciar de cerca las diferentes culturas que alberga, sus
distintos tipos de construcciones y los diferentes estilos que tiene su
población. Siempre tienen mucho tráfico y movimiento de los famosos autobuses
rojos, así como de los taxis negros que, unidos a los demás coches y gente en
bicicleta, forman bastante ruido en el centro. Bajando por esas calles vimos entre
los autobuses su hermano más antiguo, que se diferenciaba de los demás por su
tamaño al ser más pequeño.
Lo último que vimos aquel día
antes de volvernos a casa fue el magnífico edificio de los Reales Tribunales de Justicia, con una gran estructura de piedra
gris de estilo Gótico Victoriano diseñado por George Edmun Street, un abogado
que se convirtió en arquitecto. Fue construido en la década de 1870 y fue la
Reina Victoria quien los inauguró en 1882.
La verdad es que para el primer
día y teniendo en cuenta que nos habíamos levantado a las cuatro de la mañana
no estuvo nada mal en lo que a pasear se refiere.
El segundo día fue también muy
completo: iniciamos la mañana viendo la Abadía de Westminster, el templo más
antiguo de Londres y elegida como sede para las coronaciones reales, además de
albergar en su interior las tumbas de monarcas y figuras históricas británicas
de los últimos mil años. La abadía se construyó en estilo románico en 1065 para
dar cobijo a los monjes benedictinos, pero entre 1245 y 1517 se reconstruyó en
estilo gótico, además, durante el siglo XVIII sufrió su mayor transformación
cuando se construyeron las dos torres de la entrada principal.
Aunque en el interior no se
permiten hacer fotos (norma que me sorprendió que cumpliese todo el mundo) os
digo desde ya que es realmente impresionante y merecer muchísimo la pena, si
bien es cierto que entrar son 18 libras por persona (unos 23 euros), con la
audio guía incluida tienes una visita "guiada" de lo más completa e interesante que te va llevando por todos los
rincones que es necesario ver, pasando por todas y cada una de sus capillas. Es
enorme, muy alta y preciosa, con un gran potencial, una delicia para el
turista.
En los claustros si está
permitido hacer fotos, ambos de los siglos XIII y XIV, merecen el tiempo que se
les debe dedicar, con capillas a las que también se da acceso desde ahí y
jardines internos, unen la iglesia de la abadía con el resto de las
dependencias. A través de ellos además se tiene acceso al Collage Garden, de
más de 900 años de antigüedad es el parque más antiguo de Inglaterra.
Merece la pena pagar la entrada
para ver todas las maravillas decorativas y arquitectónicas que se han
conservado a pesar de los siglos y, por supuesto, para conocer los detalles de
la historia de las mismas.
Tras salir estuvimos viendo el
famoso Big Ben en el Parlamento de Londres que es muy muy impresionante, según
sales del metro se presenta imponente sobre el transeúnte. Desde la salida de
la abadía no impone tanto pero presenta una perspectiva perfecta desde donde se
puede contemplar cuán grande es, lo que hace que la posición sea idónea para
hacer fotos.
Desde allí fuimos a pasear Camden
Town, el barrio alternativo por excelencia, si queréis ver con vuestros ojos
cuán ecléctico es Londres solo tenéis que cambiar de barrio porque cada uno de
ellos es como estar en una ciudad distinta… Camden es la gota que colma el vaso
en el buen sentido. Camden es famoso por albergar a uno de los mercados
callejeros más variados y extravagantes de Londres además de ser considerada la
capital del rock alternativo del Reino Unido.
Allí fue donde comimos, aunque
eso os lo contaré en el siguiente post, y luego nos perdimos en la multitud de
tiendas que, como se ve en la imagen superior, destacan por vender ropa gótica
y por decorar sus paredes artísticamente de forma muy llamativa, detalles que
hasta los propios restaurantes de la zona se aplican. Pasar por Camden es de
visita obligada, hay de todo y no sorprende ver los suelos pintados, músicos a
pie de calle y multitud de turistas entre las tiendas, sin embargo no se
recomienda su visita de noche y de día hay carteles donde advierten de la
presencia de carteristas.
Volvimos sobre nuestros pasos hacia
el metro y nos encaminamos hacia King's Cross, la famosa estación conocida por
las películas de Harry Potter donde se tenía acceso al andén nueve y tres cuartos que llevaba a Hogwarts,
la escuela de magia y hechicería.
Fuimos solo por hacer la tontería de la foto
porque a mí me hacía ilusión, pero ahora está regulado y hay que esperar
muchísima cola y, aunque es gratis, como vayas a media tarde como fui yo te
puede comer fácilmente más de hora y media, así que viendo el percal hicimos un
par de fotos a los que posaban y nos fuimos; de la misma forma tampoco pasamos
a la tienda de productos de Harry Potter que también estaba regulada para poder
entrar a comprar.
La verdad es que solo por ver el chiringuito que se han montado merece la pena,
pero también hay que decir que la estación es una maravilla y también se
recomienda hacerla una visita pues todo el techo está iluminado por emisores de luz leds que van cambiando de color
y le dan un toque mágico.
Desde la propia estación cogimos el metro para ir hacia el Soho, aunque antes pasamos por el Palacio de Buckingham,
residencia oficial del monarca británico de Londres, se le conoció
originalmente como Buckingham House, construido por el duque de Buckingham en
1703 y adquirido por el rey Jorge III en 1762 para convertirlo en la residencia
privada que es hoy en día.
Sus jardines también son muy
bonitos y muy grandes, con muchísima variedad de aves propias de los parques
con extensos lagos artificiales, además de los ya mencionados cuervos y
bastantes ardillas a las que se les puede dar de comer y ver desde bastante
cerca.
Salimos de allí y fuimos a ver El
Soho, un barrio lleno de variedad también establecido como una zona de ocio que
tuvo mucha fama sobretodo en el siglo XX por su vida nocturna y la industria
del cine, así como por sus sex shops.
Hoy predominan sobretodo restaurantes
caros y oficinas aunque sigue habiendo locales dedicados a la industria del
sexo.
Es considerado el
principal barrio gay de Londres con gran número de negocios orientados a este
público, por no hablar de que sus calles peatonales están llenad de tiendas,
pubs y teatros con una atmósfera muy fashion donde se percibe el magnetismo que
ejerce la cultura gay en esta zona.
En el Soho está también
Chinatown, el barrio chino, que se reconoce enseguida por la decoración de sus calles donde predominan farolillos y grandes arcos para dar inicio y cierre a sus calles, además de, evidentemente, por
la presencia de cientos de chinos que invaden las calles y los comercios de la
zona pues es, sobre todo, una zona comercial en la que apenas vive gente. Curiosa cuanto menos para, mínimo, pasearla, aunque no todo el mundo la recomienda para comer ya que se argumenta que la comida china en Londres no es la mejor, yo no tuve la experiencia, así que (os lo adelanto ya) ahí no os puedo decir.
Pasado esta peculiar zona de
Londres llegamos a Covent Garden, uno de los distritos con más encanto lleno de
artistas callejeros que se afanan por dar ambiente a sus calles mientras paseas
las tiendas y mercados que ofrece o, te tomas algo en alguna de sus muchas
terrazas.
Convent Garden, como todo en esa
ciudad, tiene historia: su plaza se inició en el siglo XVII cuando el terreno
pasó de manos de los monjes de Westminster a las de los condes de Bedford. En
1631 se inició el proceso para convertirla en una plaza pública y en 1660 se creó
en ella un gran mercado de flores, frutas y verduras.
En 1974 se modificó de
nuevo para darle el aire bohemio y acogedor que tiene ahora pues ha permanecido
así hasta nuestros días, transformado en una superficie comercial con diversas
tiendas y puestos de maestros artesanos, así como múltiples locales. Un lugar
sin duda que también se merece una obligada visita, donde no sorprende ver a la
gente apegada a las barandillas para oír a los músicos tocar.
El tercer y último día
completo iniciamos la mañana con el enorme Museo Británico, otro de los imprescindibles
de visita obligada, cuya entrada es gratuita. Este museo es muy importante pues
abarca campos diversos del saber humano como la historia, la arqueología, la
etnografía y el arte, además custodia
más de siete millones de objetos de todos los continentes y culturas.
Destaca sobre
todo su sección del Antiguo Egipto, la más importante del mundo después de la
del Museo de Egipcio de El Cairo, donde
tiene varias estatuas de gran valor, además de una momia con la que explican el
proceso de momificación y diversos féretros de momias realmente increíbles. Además
también tienen una momia de un gato, su animal sagrado, y explican la
momificación de animales que no solía ser frecuente; en las imágenes os pongo
esta momia del gato, además de algunos de los féretros y estatuas mencionadas.
Super bonita y con una extensa
colección también me sorprendió mucho la sección dedicada a la cultura hindú,
con muchísimas esculturas hechas al detalle muy, muy bonitas que me encantaron.
En el museo se pueden hacer fotos, lo cual hizo que me volviese algo loca
fotografiando las enormes y variadas esculturas de las culturas que ofrece este
impresionante museo.
Por último, aunque hay muchísimo
más y suficientes objetos para verlo durante tres días sin descanso, destacaros
la sección japonesa, donde tienen varios kimonos y esculturas sorprendentes,
además de diversas pinturas (a estas últimas no se les permite hacer fotos para
no dañarlas). Es una sala más tranquila en comparación con otras como la del
piso primero donde se encuentra la fabulosa Piedra Rosetta, o el piso de las
momias. Sin embargo, volviendo a la sección japonesa lo que más llama la
atención es la impresionante armadura y katanas samurái que se guardan tras una
enorme vitrina.
Para terminar y antes de salir
nos paramos en la sección china, mucho más transitada que la japonesa por el turista
chino, pero muy interesante también, donde, además antes de salir pudimos hacer
algunas fotos a cuatro esculturas chinas muy bonitas con figuras de los
discípulos de buda, seguido de una exposición de objetos y joyas hechas con
Jade realmente bonitos.
Desde allí fuimos hacia el barrio
de Notting Hill, situado en la parte occidental de la ciudad y conocido por la
famosa película del mismo nombre del guionista de comedia romántica Richard
Curtis.
Lo primero que hicimos fue comer
pero luego nos la paseamos a conciencia, tiene un aire de cultura alternativa
por la gran cantidad de tiendas de segunda mano o antigüedades que se pueden
encontrar. Sin embargo lo que más llama la atención de Notting Hill son sus
casitas de colores, pequeñas y pintadas de forma muy viva, distintas unas de
otras y de cualquiera de las casas del resto de la ciudad que se puedan
encontrar.
Los fines de semana, aunque no
fue nuestro caso, ponen el mercado de Portobello, uno de los más famosos de
Londres donde se pueden encontrar multitud de artículos entre los que destacan
las antigüedades ya mencionadas.
El resto de la semana en la calle de unos tres
kilómetros de longitud están abiertas al transeúnte tiendas fijas y algunos
puestos donde se pueden encontrar cámaras de fotos del año de la pera, relojes,
ropa, muchas joyas, monedas y sellos, además de puestos de frutas y verduras,
ropa y las típicas tiendas de souvenirs.
Sin embargo lo que me llamo mucho
la atención es que existe, y no solo en este barrio aunque si que destaca sobre los demás, una gran cultura del street art, tras
haber hecho hace poco un post sobre este tipo de arte callejero no pude evitar
sorprenderme de la gran cantidad de tiendas que venden fotos de los grafitis:
en postales, en cuadros enmarcados, en lienzos para la pared o plasmados en
tazas como ya se ha visto en la foto de la tienda gay del Soho.
Muy colorida y bonita es una
calle que merece la pena visitar y dejarse seducir por alguno de los múltiples objetos
que ofrece y si tenéis la oportunidad de ir en fin de semana no dudéis en
hacerlo, creo que el mejor día para ver el mercado de Portobello en todo su
esplendor es el sábado por la mañana.
Tras el paseo por sus calles
volvimos al hotel a recuperar fuerzas y tras hacerlo fuimos a Trafalgar Square
donde se encuentra la majestuosa National Gallery de acceso gratuito. El nombre
le viene al lugar de la enorme columna del almirante Nelson (de unos 50
metros de altura), en el centro de la plaza, y coronada por su estatua en conmemoración
por su fallecimiento al mando de la armada británica en la Batalla de
Trafalgar.
Las grandes fuentes de la plaza
son muy bonitas y se iluminan por la noche pero lo que llama, en este momento,
la atención es la escultura de un gallo gigante azul (ojo que podría ser una
gallina) en el lugar conocido como el "Cuarto Plinto", espacio
programado originalmente para colocar reyes y generales ingleses junto a los otros tres pedestales que complementan la
plaza; sin embargo, por falta de fondos, el cuarto plinto del noroeste de la
plaza quedó vacío al no poder financiar la estatua del Rey Guillermo IV, por lo
que en 1999 la Real Sociedad de las Artes, propuso la idea de exponer de manera
temporal obras de artistas contemporáneas. Y ahí lo tenemos: fruto de esta idea
tenemos un precioso gallo (o gallina) azul desde el inicio del verano de 2013.
La obra, de Katharina Fritsch, no deja indiferente a nadie y menos a los más
conservadores pues dicen que es un símbolo que representa a Francia, aunque la artista
declaró que no es así y que para ella es una escultura feminista al haber sido
un espacio siempre ocupado por artistas varones y ella pretendía cambiar los
roles.
Esta controversia no es nueva,
pues siempre todas las obras expuestas han generado algún tipo de incomodidad o
sido objeto de críticas, no estando nunca al gusto de todos. A mi personalmente
me gustó mucho la escultura, aunque sí es cierto que canta (nunca mejor dicho)
un rato, pero sea como sea es una plaza muy impresionante en conjunto, que reúne
gran cantidad de gente a su alrededor.
Se hacía de noche con rapidez
tras cruzar la última hora de la tarde y fuimos a cenar para luego hacernos la
ruta hasta Westminster y el Parlamento y verlos de noche ya que iluminan el Big
Ben y queda precioso, por no hablar del propio Támesis, que refleja los colores
del Londo Eye, iluminado de azul, y de la ciudad creando un ambiente mágico que
se puede contemplar desde el enorme puente que se sitúa a los pies del
parlamento. Un paseo precioso que todo el mundo debe hacer, sea invierno o verano.
De camino hacia allí pasamos por
Piccadilly Circus que es el lugar elegido por muchos (turistas y londinenses)
para reunirse porque está en una situación privilegiada y tiene una gran oferta
de ocio, la verdad es que estaba llena de gente y música aprovechando el buen
tiempo, sin embargo a mi no me impresionó ni la plaza ni la fuente de Eros que
está en el centro, lo que si me gustó mucho fue la fuente llamada "Los caballos
de Helios" preciosa y magnífica pero llena de gente, por lo que he tenido
que buscar una imagen para que la pudieseis ver bien.
Después de un día bastante largo
y duro de mucho caminar, además que ya se iba notando el cansancio con el paso
del tiempo, volvimos para pasar la última noche en el hotel, al día siguiente
nos despedíamos de Londres, pero por supuesto no era un motivo para bajar el
ritmo, así que nuestra última mañana fuimos andando hasta Hyde Park, ya que
para dos viajes no queríamos pagar las 9 libras de billete (más de 11 euros)
por persona que cuesta el transporte. Así tras media hora andando llegamos al
parque más grande del centro de Londres, con más de 140 hectáreas de extensión,
extremadamente bien cuidado y que constituye el pulmón de la ciudad: lleno de
árboles y flores de colores su flora es impresionante, decorado por varias
fuentes que hacen del paseo una delicia.
Terreno que se abrió como parque
público en el siglo XVII es considerado el parque más antiguo de la ciudad,
permite un lugar de esparcimiento para londinenses y turistas al tener
actividades de ocio como montar a caballo y un gran lago para barcas así como
con una zona de baño. En este espacio enorme de agua podemos ver gran variedad
de especies de aves que no se asustan del transeúnte y que, si pueden, se
acercan curiosos no fuese a ser que tengas algo de comer.
Sin duda un paseo más que
estupendo para ir cerrando los días de turismo vividos en Londres. Sin embargo
no terminamos ahí, de vuelta se decidió hacer un rodeo y en vez de volver
directamente al hotel pasamos por Kensington, zona rica y muy cuidada que
contiene el conocido distrito de museos, entre los que destaca por su belleza
arquitectónica el el Museo de Historia Natural.
Desde ahí enlazamos con Chelsea, el barrio considerado más chic y elegante de
Londres, sede del club de futbol con el mismo nombre que el barrio y de
estrellas famosas. Es el lugar predilecto por los intelectuales de la Londres
Bohemia, ordenado y armonioso Chelsea se presenta como uno de los lugares más
característicos de la capital. Sus orígenes son muy antiguos, del siglo VIII, pues
en el 787 hubo en esa zona el Sínodo de Chelsea que se cree que, probablemente,
dio lugar a la palabra actual.
Así, paseando, llegamos al punto
de origen donde había empezado todo y tras hacer la última comida nos fuimos al
aeropuerto.
No hay duda de que Londres es una
ciudad con muchísimo que ofrecer: vimos mil cosas pero aun así nos quedamos
cortos para poder hacerlo a conciencia. Aunque la considero una ciudad más de
ver por fuera y de pasearla que de ir entrando en todas y cada una de las
ofertas culturales y turísticas que posee, porque solo los edificios pro fuera,
los parques, la diferencia entre los barrios y sus gentes… ya son dignas de ver.
Centro de la cultura y del arte, considero a Londres una de las mejores ciudades para ir a pasar unos días y
perderse, todo tiene su encanto y, desde luego, no creo que sea capaz de dejar
indiferente a nadie.
* Todas las imágenes de este post, exceptuando la de la Fuente de los caballos de Helios que ha diso obtenida de las fuentes de imágenes de Internet, han sido tomadas por Lucía Berruga (L.B.)
Algún día tendré que visitarla :-) tengo que recorrer sus calles y vivir esa niebla que dicen que la puebla, por algún extraño motivo la niebla me hace sentir en paz.
ResponderEliminarPues yo te la recomiendo al 100% de verdad, aquí tienes la guía desde luego jaja hay tanto que contar que aunque intente resumir se me van las palabras describiéndola... :)
EliminarEs un placer pasearla y ver todo lo que ofrece, yo he ido en verano y no he tenido niebla, pero desde luego también debe ser impresionante de ver así.
Un abrazo