No conozco a
nadie que no conozca la obra literaria de El Principito, sus frases míticas
como "Lo esencial es invisible a los ojos" siguen a día de hoy
escritas a fuego en la vida de muchas personas, como un mensaje que se
transmite de padres a hijos y que deja un rastro profundo. Por eso nada me
parecía mejor que aprovechar mi mañana del domingo pasado para ir a ver la
representación teatral y de danza de El Principito en el Teatro Cofidis Alcazar. El espectáculo, creado por el reconocido bailarín y coreógrafo
internacional José Tirado, ha adaptado esta obra de literatura que ha
encandilado a generación tras generación, al lenguaje y sensibilidad para que
los niños, a partir de la edad de 4 años, puedan disfrutarla y entenderla. Así,
de una forma teatral, se integran sobre el escenario los distintos personajes
de la obra a través de la coreografía, un abanico de estilos de danza y los
audiovisuales.
Un elenco de
artistas de altísimo nivel que bailan poniéndole movimiento a la obra y
haciéndolo a través de diferentes estilos: desde el clásico más virtuoso hasta
la danza contemporánea, la acrobacia o el “contact”, una técnica de danza basada
en la improvisación, la cual parte de los diferentes puntos de contacto físicos
convirtiéndola en una de las formas de baile más conocidas y
características de las formas de danza postmodernas;
todos ellos enfocados a que los niños puedan apreciar los diferentes lenguajes
corporales para incorporarlos a su bagaje cultural mientras disfrutan de las
aventuras y los secretos que El Principito tiene que ofrecer.
Lo cierto es
que El Principito es una de esas historias que llevan dejando huella desde hace
mucho, por lo que no es de extrañar que la representación también lo haga,
gracias a la fuerza y energía del baile, a la música y a la representación tan
cuidada que lleva a que este extraordinario niño, que aparece en la tierra para
cambiar la vida de un aviador, pueda además cambiar las de todos aquellos que
están viéndola gracias a que los valores humanos más puros que poseen las
páginas del libro y que trascienden más allá de ellas no se pierden sobre el
escenario… sino que son resaltados a través de la música y las coreografías. La
amistad, el amor, la justicia, la comprensión, la humildad, la sencillez, la
belleza, la solidaridad y la esperanza son transmitidas con gran ternura como
solo lo podría hacer el propio principito, en lucha contra esa vanidad, falta
de imaginación, egoísmo y afán de posesión que el mundo posee y demuestra y que,
además, nos introduce en una profunda incomunicación entre nosotros.
La imagen del
niño que todos fuimos, donde la sencillez prima sobre la necesidad de poseer
cosas, nos devuelve parte de esa inocencia que hemos perdido al crecer e
introducirnos en el mundo de los adultos. Una obra hecha para niños pero
recomendada para los padres, donde estos disfrutarán al mismo nivel que los más
pequeños, además de poder hacerlo también de una escenificación perfecta de la historia.
Ya no somos
niños y quizás por eso mismo la obra tiene su encanto para todos los públicos
porque, siguiendo la frase mítica de "Lo esencial es invisible a los
ojos", el hecho de que el espectáculo esté enfocado a los niños hace que
los más pequeños de la sala se rían de algunas cosas que hacen los personajes,
lo que crea un ambiente mucho más distendido. Tened en cuenta que un adulto no
ve ni procesa igual las cosas que un niño, en cuya mirada prima la sencillez,
por lo que al empezar la representación yo no era capaz de ver la esencia de la
obra, el poder emotivo y tierno que empezaba a desplegar; sin embargo, gracias
a la risa de los niños que aderezaban las primeras narraciones de la historia y
el encuentro entre el piloto y el principito, pude meterme de lleno en la historia
y relajarme. Por eso más segura que nunca sé que esta representación es para niños,
un espectáculo familiar, que hará que todos disfrutemos y podamos llegar a
conectar con esa parte esencial de la obra que es "invisible a los
ojos" si no es por la forma de ver la realidad que tienen los niños.
Si debo elegir
una parte de la representación me quedo sin duda con el baile entre El
Principito y la rosa, que transmitía ese amor y cuidado por ella, a pesar de
que huye de su planeta motivado por los problemas que tienen en su relación, ya que no consigue comunicarse
ni satisfacer sus necesidades; es por ello por lo que El Principito abandona su
planeta y acaba en la tierra, pero, como suele pasar, a veces lo que buscamos
está más cera de lo que esperamos y, sin darnos cuenta, intentando encontrarlo
acabamos alejados de ello; y eso es lo que transmite a través de los movimientos del baile y de la música.
Y si debo
resaltar algo que cambiaría quizás sería al bailarín principal que hacía de El
Principito; no por su actuación, pues estuvo impecable, sino por la
caracterización ya que El Principito (a nivel personal) siempre ha sido y
siempre será un niño, cuya inocencia si bien es capaz de transmitir José Tirado
a través de sus gestos habría quedado más adecuado en alguien más joven. Sin
embargo la carrera profesional de este bailarín y coreógrafo (que además ha creado el espectáculo), aporta una gran
experiencia y calidad en toda la obra que hace que ese pequeño detalle quede
dejado de lado.
En el elenco también están otros tres grandes profesionales del gremio: Antonio Jiménez Navarro, Haizam Fathy y Astrid Julen; por último, destacar a Antonio Villa, el actor que narra la historia y que dará voz a todo lo que ocurre sobre el escenario (cuando no lo hace la música).
En el elenco también están otros tres grandes profesionales del gremio: Antonio Jiménez Navarro, Haizam Fathy y Astrid Julen; por último, destacar a Antonio Villa, el actor que narra la historia y que dará voz a todo lo que ocurre sobre el escenario (cuando no lo hace la música).
Grandes
interpretaciones, preciosos y cuidados bailes para deleitar a pequeños y
mayores y hacer que recuperemos a ese joven comprometido que habita dentro de
nosotros y que aún vibra si se lo permitimos, luchando por salir y devolver parte
de esa inocencia que la absorbente maquinaria del mundo nos ha robado bajo
nuestro permiso. Familiar, bonito y tierno, El Principito representa a través
del baile, la música, el teatro y los audiovisuales, ese espacio donde los
niños pueden encontrar su "mundo de sueños" donde emocionarse y
descubrir la vida que se le ha otorgado solo por el hecho de ser niños.
Recomendado,
cierra sus funciones la próxima semana, pero aun tenéis dos más por
delante durante el fin de semana que no debéis dejar pasar. Os dejo partes de la obra en vídeo, para que si aun no os habéis convencido, podáis hacerlo:
* Todas las imágenes, exceptuando la de la cita del Principito que ha sido obtenida de las fuentes de imágenes de Internet, ha sido proporcionada por la Agencia de Comunicación Desde mi butaca comunica
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