El humor es
importante para la vida, es muy fácil disipar los problemas con unas cuantas
carcajadas en buena compañía, por eso, si os gustan las comedias y estáis de
acuerdo con la risoterapia como un excelente mecanismo para crear beneficios
mentales y emocionales Dakota os está esperando en el Teatro Lara.
Con solo dos
funciones durante el mes de mayo y otras tres durante el mes de junio quedan
pocas oportunidades para poder disfrutar de la historia de Hipólito Jarama
(interpretado por Joaquín Murillo), un dentista bastante famoso que un día
sufre un accidente de moto y a partir de ese momento empieza a tener sueños que
predicen el futuro. El primero de ellos lo tiene mientras está en coma tras el
accidente, sueño que más tarde se hará realidad, lo que hace que se obsesione con
esos sueños y más cuando en uno de ellos aparece su mujer Laura (interpretada
por Yolanda Blanco), besándose con otro hombre (Luis Rabanaque), por lo que, a
partir de ese momento, el único objetivo de Hipólito será comprobar si el
presagio de su inconsciente se cumple en la realidad.
La obra,
escrita por Jordi Galceran y dirigida por Carlos Martín, es un texto lleno de guiños a la
fina línea que existe entre la realidad y la fantasía,
entre la lógica y la paranoia: una línea en la que habitamos todos y que, más
de una vez, quizás por el hecho de ser humanos, hemos traspasado… motivo por el
cual el espectador se siente involucrado con lo que pasa en el escenario. Todo
enfocado desde un punto de vista cómico y entrando en la neurosis de un hombre
que siente que todo se le desmorona cuando cree presagiar el futuro que se le
avecina, hace que reflexionemos sobre las neurosis múltiples que sufre y a las
que es sometido el hombre contemporáneo.
Como un chorro
de agua que le cae en las manos y le resbala entre los dedos sin poderlo
controlar, Hipólito intenta adelantarse a ese futuro que sus sueños le desvelan
haciendo que también nos planteemos si el intentar evitar lo que él cree que va
a suceder no empuja, precisamente, a que la situación soñada se haga realidad. Ya
se sabe lo que se dice: huir del destino es ir a su encuentro, e Hipólito
intenta tanto averiguar si su destino es como el de los presagios que sueña,
que con su insistencia plantea si no provoca que el destino acabe
encontrándolo.
Desde que la
obra comienza el tono de humor está presente en el escenario, con el primer
sueño en el que aparece uno de los personajes como un guardia civil; este
personaje será el que siempre marque que Hipólito está soñando y creará un
clima de buen humor y risas entre los espectadores solo con aparecer en el escenario,
pues será el vaticinio de que algo nuevo se avecina. El actor que interpreta
este papel, Francisco Fraguas, hace las delicias de la comedia, su
interpretación es fantástica, dando frescura y movimiento a la historia.
También son excelentes
las escenas a tres entre Hipólito, su mujer Laura y Guillermo (el que Hipólito
cree que es el amante), especialmente las conversaciones a solas entre Hipólito
y Guillermo: conversaciones de gran comicidad en un constante tira y afloja
donde uno quiere saber la verdad a toda costa y el otro no tiene ni idea de lo
que se le está hablando y no sabe cómo salir de la conversación sin liarla,
porque él no puede saber nada, al fin y al cabo todo era un sueño ¿ no?
Conversaciones que derivan hacia el famoso teatro del absurdo por momentos
saliendo rápidamente de vuelta a la comedia.
No quiero
desvelar mucho más de la obra pues merece la pena verla: el lenguaje
chispeante, las situaciones divertidas y ese contexto de reflexión unido a la
risa hacen que el espectador disfrute la obra de principio a fin.
Los diálogos,
así como el humor, son muy inteligentes y los cambios en el espacio-tiempo sin
salir del escenario, gracias a la iluminación y
a la clara identificación que la obra permite hacer de cada uno de los
personajes, hacen de la historia algo profundo con un ritmo que no decae en
ningún momento. Ello también se debe a los diversos sobresaltos que se
escenifican y que saben guiar al espectador por donde desea, sin dejarle que se
pierda por el camino y consiguiendo sacarle risas constantes que amenizan y
relajan los momentos de tensión del
escenario.
En definitiva:
grandes interpretaciones y risas aseguradas en el Teatro Lara para los espectadores
que vayan los próximos días 3, 10 y 17 de junio a verla y a disfrutar del buen
teatro, y créanme, tanto disfrutarán, que no tendrán ganas de marcharse a casa.
* Todas las imágenes de este post han sido cedidas por la Agencia de comunicación Desde mi butaca comunica
No hay comentarios:
Publicar un comentario