Quedan pocas oportunidades para
que los espectadores puedan disfrutar de la gran representación que se realiza
en uno de los escenarios del Teatro Lara: El Disco de Cristal, una tragicomedia
única, brillante, mágica y muy emotiva que lleva al espectador hasta donde las
interpretaciones quieren, y más allá.
Secun de la Rosa, escritor y
director de la obra, actúa también siendo Tommy Tomás, un antiguo cantante
melódico con un solo éxito en su carrera, que sobrevive haciendo actuaciones
esporádicas en garitos de mala muerte, por lo general muy mal pagadas, con la
ayuda de sus dos hijos: Goyita (representada por Ana Hurtado) y Pere
(representada por Xavi Melero), que además será el narrador de la historia.
Ellos tres serán los únicos
actores de un teatro intimista que emociona desde el inicio y que trae a escena
una mezcla de sueños inacabados, la esperanza de un futuro mejor y la lucha
constante por sobrevivir, todo ello bañado de una realidad apabullante con la
que el padre y los dos hijos chocan una y otra vez.
Una realidad que sin
embargo al padre no parece afectarle tanto, él vive aún montado sobre su sueño, mientras que su hijo Pere la percibe con toda claridad y su frustración se va
dejando ver cada vez más en cada una de las escenas que se van sucediendo. Goyita
por su parte está completamente dominada por su padre, frágil y con una
autoestima dañada que la convierte en una persona muy tímida y antisocial
debido a una cojera con la que nace, se debate entre las formas opuestas que
tienen su padre y su hermano de ver la realidad, y parece incapaz de salir de
aquella idea que representan unos viejos discos, discos de vinilo o de cristal
según se mire, que guarda en un pequeño baúl y que representan su propia
fragilidad.
Secun de la Rosa dirige esta
obra, una adaptación de “El zoo de cristal” (The Glass Menagerie) de Tennessee Williams, con la que tiene claros
paralelismo y que, de forma poética, hace reír pero también emocionarse a sus
espectadores; de esta forma se unen la comedia y el drama con el hilo conductor
de la música de fondo, que, a través de canciones en directo de Mina y Bambino,
nos transporta a la vida diaria de esta familia. La música, ya no solo como objetivo
profesional de los tres protagonistas, sino que es aquello que adereza los diálogos así como lo que
piensan los personajes.
Canciones que ponen los pelos
como escarpias, grandes voces y la guitarra inigualable en directo de Pablo Mendez, hacen del transcurso de la historia un paseo por el mundo
de la música que lleva a los protagonistas a una lucha constante por seguir adelante y que les acerca la dura incertidumbre del futuro.
En realidad, como dice el propio
Secun de la Rosa, la historia de Tommy Tomas es la historia de muchos: es un hombre
de la España de los años 60 que en su juventud soñó con ser artista pero al que
la vida no le ha tratado bien y le ha atropellado, pasando sobre él a golpes. Ello ha hecho que haya tenido que emigrar con su familia, como tantos otros,
y que ahora, en el momento en el que se representa la obra, se encuentre en un
mundo nuevo, solo con sus dos hijos adolescentes ya que su mujer, catalana, les
abandona cuando los niños eran pequeños.
Tommy Tomas lo único que quiere es
trabajar, pero ante todo quiere que sus hijos triunfen en el mundo de la
música, lo que le acarreará grandes enfrentamientos con ellos, especialmente
con Pere que compone canciones que nunca ven la luz y de cuyo trabajo como
reponedor en un supermercado viven los tres. Este hecho hace que la realidad sea
especialmente dura para él, ya que se da cuenta de todo y se ve enfrentado una
y otra vez a su padre y a los frustrados sueños con los que este intenta vivir que,
además, les arrastran a él y a su hermana sin cesar. Por su parte Goyita, con su cojera de
nacimiento debido a que le faltan tres centímetros en una pierna (un defecto muy
pequeño), tiene un enorme complejo que no le permite demostrar el enorme
talento que tiene como cantante, pues tiene una preciosa voz, pero su timidez
enfermiza hace que no pueda sacarla partido, lo que hará que su padre pierda
los nervios en más de una ocasión.
Respecto a sus interpretaciones
Xavi Melero resulta ser el que más matices tiene y el
que más juego da a nivel interpretativo, cuyas emociones son cambiantes entre
su propia fuerza, su cruda visión de la realidad, su amor por su hermana y su
constante enfrentamiento a un padre que se mueve entre la comicidad y el enfado,
poniéndole siempre el contrapunto a la situación. Por su parte Ana Hurtado es
la perfecta niña desbordada por las circunstancias, su interpretación es excelente:
tierna y dulce a la vez, ningún espectador dudaría de que su timidez no sea
real, lo que, acompañada de su melódica voz, le pone el punto de equilibrio a
las actuaciones.
A lo largo de las distintas
escenas vamos viendo esa lucha incansable por encontrar la dignidad, enfocada
desde un punto de vista distinto en cada uno de los tres personajes; vamos
viendo los cambios de ritmo y el paso del tiempo, y también vamos a ver la gran
importancia del pasado sobre el presente de los tres protagonistas; vemos la
búsqueda del éxito, reflexiones propias y personales sobre la vida, así como
los recuerdos de un país que ya no existe… todo ello entre risas y alguna
lagrimilla que se escapa entre los diálogos y canciones de los personajes.
El final de la obra, que
obviamente no desvelaré, se plantea como algo inevitable que va tomando forma
desde la primera escena, como resultado de ese camino que, en el fondo, todos
seguimos y que parecemos condenados a repetir una y otra vez.
También destacan aquellas frases
que se convierten en toda una estela de luz que ilumina la obra, como es la que pronuncia Tommy Tomas y que nos deja a todos el
corazón un poco más encogido de lo que lo teníamos cuando entramos al teatro:
Una obra representada en un
universo intimista marcado por el desencanto y una profunda incertidumbre que,
en clave de comedia, configura un presente que no deja espacio para los sueños
y que está marcado por los lastres que arrastran los padres que, casi de forma
inconsciente, se empeñan en que sus hijos sean la prolongación de ellos mismos. Este afán de que consigan aquellos sueños que a ellos se les han negado, y que intentarán alcanzar incluso manipulando y coartando
sus vidas, se hará sin que les importe algo crear niños
perdidos que, bajo una profunda dominación paterna, no puedan salir adelante, viéndose condenados a repetir los mismo errores que cometieron sus
progenitores.
Diálogos inteligentes y humor con
drama a partes iguales a través de grandes, enormes, interpretaciones, que
hacen que el público se entregue de lleno, riendo y aplaudiendo cuando
correspondía, así como manteniendo la tensión cuando el trasfondo oscuro y
triste de la obra, como un desgarro profundo, se desplegaba sobre el
escenario invitando a la reflexión. Así Secun de la Rosa ofrece una
actualización fresca y renovada de El zoo de cristal, con amplias referencias a
los 60, 70 y 80 mezcladas con guiños actuales que provocarán la risa del
público y que nos toca el lado personal, creando una tragicomedia sencilla pero
directa que hace las delicias del teatro y que brilla con luz propia sobre el
escenario. No os la perdáis, el 30 de mayor echan el telón en Madrid.
* Todas las imagenes de este post han sido sacadas de las páginas oficiales de Twitter y Facebook de El Disco de Cristal
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