Hasta el 5 de mayo de 2013 se podrán ver de forma gratuita las dos exposiciones que la fundación Mapfre expone en sus salas: Luces de Bohemia. Artistas, Gitanos y la definición del mundo moderno e Impresionistas y Postimpresionistas. El nacimiento del arte moderno.
Empezaré haciéndoos una reseña de la exposición de Luces de Bohemia
sobre la cultura gitana y, posteriormente, en otra entrada, os hablaré de la exposición Impresionistas y postimpresionistas para que no se haga tan largo. La primera exposición está dividida en las dos plantas inferiores del edificio y os presento con este cartel en el aparece el cuadro de Kees van Dongen titulado Gitana, y que, como podéis apreciar, está lleno de color y
vida:
Sin embargo el primer cuadro que se puede encontrar en la
exposición coronando su primera parte Gitanos en ruta junto a una cita del
Proverbio Rom que dice “Quien viaja mucho, aprende mucho” es el cuadro de Las
Caravanas, campamento gitano cerca de Arlés de Van Gogh que además aparece en el catálogo de la exposición y en
las entradas que te dan en taquilla. Es un bonito cuadro que, como veis
en la imagen de la izquierda, está pintado en tonos casi apastelados, muy
suaves y nada llamativos, pero que resume de forma magistral la imagen real que ofrecía la
cultura gitana y su forma de vida, alejándose de los estereotipos que los románticos habían
impuesto a esta etnia.
Como bien indica el nombre y la imagen que representa la obra de Van Gogh, las caravanas de los gitanos destacaron por recorrer los caminos europeos desde el inicio del Siglo XVIII afianzando la imagen de los bohemios como una nación errante que despertaba asombro y curiosidad en la sociedad.
Como bien indica el nombre y la imagen que representa la obra de Van Gogh, las caravanas de los gitanos destacaron por recorrer los caminos europeos desde el inicio del Siglo XVIII afianzando la imagen de los bohemios como una nación errante que despertaba asombro y curiosidad en la sociedad.
Debido a sus viajes la naturaleza se presentó como el
escenario predilecto en el que representar a los gitanos, siempre errantes y
tan opuestos a la vida sedentaria de la ciudad. De esta forma las
representaciones preferidas eran los campamentos bohemios entremezclados con el
paisaje que los rodeaba como la obra de Teniers II de la derecha: Paisaje con
cueva y un grupo de gitanos. Eran obras donde aparecían el hombre y la
naturaleza en armonía, una vida completamente ajena a las estructuras sociales
burguesas donde construían su existencia, de camino en camino, y con sus propias reglas. Esto es lo que se
va representando en las obras y lo que la exposición nos va contando de manera
visual, acompañada siempre de frases como “Lo
que cuenta no es el destino, sino el camino que se recorre”, que enmarcan lo
que estamos viendo ya que, al igual que en anteriores exposiciones de la
Fundación Mapfre, se usan citas para encuadrar las obras en un contexto
literario, y, en esta, durante todo el
recorrido de la exposición las citas utilizadas son del Proverbio Rom que van
presentando los distintos espacios y temas de las obras que se muestran al
espectador.
Durante todo el siglo XIX se renueva la imagen de los
gitanos en ruta, en constante movimiento, viéndoselos como una clase social
desfavorecidos y siendo representados por los artistas del momento pasando por
realistas y románticos. Los grandes como Louis Gallait, Edouard Manet o Camille Corot retrataron a los gitanos haciéndolos
cada vez más presentes en el mundo del arte y, de esta forma, los realistas
pudieron hacer un arte más sincero y escapar de los géneros académicos entrando
en un tipo de pintura que reflejaba la verdadera realidad de la vida moderna.
Debajo os pongo, de izquierda a derecha, las obras de estos autores: Arte y
Literatura de Gallait, Gitana con pandereta de Corot y El bebedor de agua de
Manet.
Otra sección de la exposición es El mito de la gitana a la
cual se le dio mucha importancia. Esto se debió a que la atracción por la mujer
gitana mostraba la atracción por “la otra”, por esa mujer que, al ser de una
etnia distinta, era capaz de transgredir las normas frente a la mujer burguesa, tan esclavizada por las reglas sociales, y se vestía de atrevidos
colores, se soltaba el pelo, y sonreía, miraba directamente a un hombre o bailaba en público delante de él llegando a embrujarlo con sus sinuosos movimientos que, aunque atrevidos, resultaban cautivadores para los hombres de la ciudad.
Entre estas razones destaca el mito tradicional encarnado por la novela corta de Cervantes La gitanilla y renovado por la Esmeralda de Victor Hugo, que hizo que se impusieran como un símbolo de provocación, de libertad y sexualidad.
Entre estas razones destaca el mito tradicional encarnado por la novela corta de Cervantes La gitanilla y renovado por la Esmeralda de Victor Hugo, que hizo que se impusieran como un símbolo de provocación, de libertad y sexualidad.
En esta
sección de la exposición se pueden
encontrar obras míticas en las que la imagen de la gitana adquiere estos
matices, mostrándose al espectador tal y como los pintores del siglo XIX la
percibieron. Entre ellas destacan la Gitana Pensativa de Courbet (imagen de arriba a la izquierda) y Gitana con
pecho desnudo (imagen de la derecha) de Henri Regnault.
En otro estilo, ya no tan sensual sino más enfocado hacia
el aspecto maternal de la gitana, aparece la obra de Joaquín Sorrolla Joaquinala gitana, que sale retratada con mucha luz
a pesar de vestir de negro y ser una figura muy oscura, además mantiene en
brazos al que se presupone que es su hijo ya que casi parece que le esté dando
el pecho, vestido con una camisa blanca que resalta sobre la vestimenta oscura
de la gitana.
La siguiente sección que destaca es la de Mitos y Leyendas
coronada por la cita “Me podéis matar,
pero dejadme cantar mi canción”. Como ya se ha dicho los gitanos eran
diferentes y marcaban un estilo de vida alternativo lo que generaba a la par
gran fascinación y rechazo, curiosidad y miedo respecto al otro que se veía
constantemente juzgado por ser diferente.
De esta sección se pasa a la de El artista moderno, en cuyo apartado encontramos una frase de
Charles Baudelaire en El pinto de la vida moderna que dice así: “Estar fuera de casa y sentirse, sin embargo,
en casa en todas partes; ver el mundo, ser el centro del mundo y permanecer
oculto al mundo, tales son algunos de los menores placeres de esos espíritus
independientes, apasionados, imparciales (…).” En esta sección vamos a
encontrar a unos pintores afianzados en
la libertad del creador que han roto con el pacto que había entre la sociedad y
el artista permitiendo que se asienten sobre los rasgos tradicionalmente
asociados a las comunidades errantes. Pasa a destacarse la autoafirmación de la
libertad y la individualidad del artista como rasgo más sobresaliente en sus
obras.
Entre estos artistas aparece Goya como el primer gran
artista moderno que autoafirma su genio creador y lo hace a través de su obra Autorretrato ante el caballete que
preside la sección. Sin embargo, como toda persona a lo largo de la vida, el pintor
se encuentra con problemas y momentos oscuros que serán reflejados en el arte
con total libertad como en la obra de Jules Blin Arte, Miseria, desesperación, locura que es una auténtica maravilla
y muy expresivo, ya que el espectador es capaz de captar las emociones del que
está retratado en el cuadro y del pintor. Fue un momento de gran liberación
pero también de hambre y malos tragos que dieron lugar a un tono más
desencantado y melancólico como el de esta obra donde el hombre artista se
refleja desarrapado, pisoteando un cuadro y empuñando una pistola… el más puro
y auténtico reflejo de la ira y de la impotencia. Ambos cuadros os los pongo
debajo, el de Goya es el de la izquierda y el de Blin el de la derecha:
Entramos ya en El Mito de la Bohemia, enmarcado por el proverbio Rom de “Eres feliz, pues eres libre” y situado en Montmartre ya que la Bohemia se identificó en este barrio de París a finales del siglo XIX y la situó como centro de la vida artística nocturna en torno a los cabarets Le Chat Noir, Au Lapin y el Moulin de la Galette. Destaca Toulouse Lautrec y Van Gogh que se vieron influenciados y atraídos por este mundo creativo y melancólico al igual que los artistas españoles como Rusiñol y Ramón Casas que intentaron emular el espíritu de Montmatre en Barcelona a la vez que relatan y pintan su aventura bohemia en torno al Moulin de la Galette.
Se destacan como obras en la exposición La gitane de Toulouse Lautrec, un cartel
que creó y que fue de sus obras más sugerentes con un toque siniestro y
melodramático donde se ve a la gitana reírse o, al menos, estar en una posición
desenfadada mientras que dos hombres que, según cuenta la historia, son su
esposo y su amante están luchando están en el suelo. Como veis en la imágen de la izquierda el aire de la gitana es alegre
lo que lo convierte en siniestro y Toulouse Lautrec lo plasma en su obra,
capturando lo siniestro en la interacción de las siluetas que están iluminadas
en la obra de una mantera teatral, así como en la oscuridad de un callejón. El
cartel además era una nueva forma de arte ya que aunque desde el siglo XVII se
empezaron a distribuir carteles, solo en el siglo XIX se pueden encontrar
muestras de estos como forma de promoción que usaban los pintores. Los carteles
de Toulouse Lautrec son muy conocidos pues se especializó en ellos como parte
de su obra y se caracterizaron por su color sofisticado e innovador, creando
composiciones donde la figuraba quedaba marcada, resaltando sobre un fondo de
color plano, pero aun así siempre de una manera un tanto abstracta.
Destaca también el emblema del Cabaret Le Chat Noir hecho
por Willette, muy impresionante y de grandes dimensiones aunque no se pueda apreciar del todo en la imagen de la izquierda, que representa, como veis, un
gato negro sobre una media luna. Es precioso la verdad, muy logrado y una
verdadera obra de arte que le da un toque muy adecuado a la exposición que,
poco a poco, va llegando a su final.
Antes de pasar a la última sección de la exposición están dos cuadros de Van Gogh muy significativos del movimiento, por un lado el cuadro de arriba a la derecha: Un rincón de Montmartre que muestra el influjo que el barrio tuvo sobre este gran pintor que lo representó como un lugar tranquilo, de manera notable resaltando los colores apastelados y dándole el aire frío propio de París con los tonos verdes y azulados.
Por otro lado destaca su obra Un par de botas, que es
la cumbre de como, a través de las distintas obras que se van viendo en la
exposición, el artista ha ido progresando en esa identificación con el
caminante, casi vagabundo, que marca la senda hacia un nuevo arte y una nueva
vida más dura si, pero también más verdadera. Le sigue a este magnífico cuadro
(imagen de la izquierda) el poema Mi bohemia de Arthur Rimbaud que dice así:
Me iba, con los puños en mis
bolsillos rotos…
mi chaleco también se volvía ideal,
andando, al cielo raso, ¡Musa, te era tan fiel!;
¡cuántos grandes amores, ay ay ay, me he soñado!
¡cuántos grandes amores, ay ay ay, me he soñado!
Mi único pantalón era un enorme
siete.
–Pulgarcito que sueña, desgranaba a mi paso
rimas. Y mi posada era la Osa Mayor.
–Mis estrellas temblaban con un dulce frufrú.
–Pulgarcito que sueña, desgranaba a mi paso
rimas. Y mi posada era la Osa Mayor.
–Mis estrellas temblaban con un dulce frufrú.
Y yo las escuchaba, al borde del
camino
cuando caen las tardes de septiembre, sintiendo
el rocío en mi frente, como un vino de vida.
cuando caen las tardes de septiembre, sintiendo
el rocío en mi frente, como un vino de vida.
Y rimando, perdido, por las sombras
fantásticas,
tensaba los cordones, como si fueran liras,
de mis zapatos rotos, junto a mi corazón.
tensaba los cordones, como si fueran liras,
de mis zapatos rotos, junto a mi corazón.
Estas dos obras, una artística y
otra literaria, son las que dan
pie a la siguiente y última sección de esta magnifica exposición: Las suelas del Viento, que se expone con
las citas de “Lo que el viento trae,
también se lo lleva” y “No te
preguntes si debes morir o vivir; es mejor cantar”.
Dos grandes lemas que
ponen el punto y final a Luces de Bohemia.
Como obras destacadas está el cartel
de André Gill Au Lapin Agile de
Montmatre (imagen de la izquierda), uno de los últimos supervivientes de los cabarets artísticos del
siglo XIX, y la obra de Picasso Azoteas de Barcelona que fue fruto de la
bohemia intensa y trágica del pintor, protagonizada por el suicidio de su amigo Casagemas, que le
llevo reflejar su melancolía a través de una visión azul de los tejados de la ciudad. Esta obra es el punto en el que
Picasso hizo entrar la pintura en el mundo moderno y con ella se llega hasta el
final de este recorrido artístico basado en el arte, en la literatura y en la
belleza de la vida.
Como ya supondréis mi recomendación
es obvia: no os la perdáis porque merece
muchísimo la pena.
* Todas las imágenes de este post han sido obtenidas de las fuentes de imágenes de Internet.
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