No sé si lo habéis notado, pero,
como buena amante de la carne, tengo pasión por un restaurante específico al
que ya he reseñado en este blog en dos ocasiones: Pecado Carnal. Hoy vuelvo con
él porque estuvimos allí celebrando el Día del Padre e hicimos dos cosas
distintas: la primera es que cambiamos de establecimiento y en vez de en el de
Fucar o en el de Goya (aquellos a los que siempre vamos) acabamos, más por
accidente que otra cosa, en el de Covarrubias, cerca de Alonso Martínez.
Lo
primero que pudimos comprobar es que este se veía mucho más moderno en comparación a los que
habitualmente visitábamos, pues ofrecía distintos ambientes dentro del propio
establecimiento que separaban a unos clientes de otros; a nosotros nos sentaron
en frente de una gran imagen de Elvis que nos miraba desde arriba mientras nos
preparábamos para degustar los platos solicitados. Y ahí es donde está la
segunda (y más importante) diferencia que hicimos en relación a nuestras
visitas anteriores: esta vez nos saltamos la tradición de pedir sus deliciosas
hamburguesas de kobe y les pusimos el reto de demostrar que, realmente y fuera
de las hamburguesas, son un restaurante de carne de gran categoría.