martes, 18 de febrero de 2014

DE TURISMO POR SEGOVIA, LA CIUDAD QUE NO DEBES DEJAR DE VISITAR (I)


RINCONES POR DESCUBRIR Y ESPACIOS LLENOS DE HISTORIA


Fuente
El fin de semana que coincidía con el de San Valentín me fui a Segovia con mi pareja, ciudad que deseaba conocer desde hace mucho y que aún no había podido visitar a pesar de estar a una hora y cuarto de Madrid en autobús. Así que allí que partimos desde Príncipe Pío y al llegar, aunque ya casi no había luz porque llegamos más por la noche que por la tarde, por fin descubrí porqué había querido ir durante tanto tiempo: no solo es preciosa y llena de rincones por descubrir, sino que también tiene un ambiente que, tanto de día como de noche y a pesar del frío del invierno, da pie a querer pasearse la ciudad.
Segovia es de esos lugares que se pueden considerar un paraíso cultural y gastronómico, pero en este post me voy a centrar en lo cultural, contándoos que podéis ver y lo que no os debéis perder bajo ningún concepto para, posteriormente, hacer un post distinto en el que os hablaré de la gastronomía y de los restaurantes que, si podéis, debéis visitar en vuestra estancia en Segovia.



Entre aquellos lugares que no os podéis perder está, obviamente, la Catedral  y el Alcázar.
Respecto a la catedral solo puedo deciros que es preciosa, tanto por fuera como por dentro. Su entrada cuesta tres euros y da acceso a la misma, al museo que contiene en su interior y a su magnífico claustro. Cuando compras la entrada en la misma te informan de que no es más que un donativo para la conservación y restauración de la Catedral, lo que le da un valor bastante significativo.



















La catedral se construyó con la intención de ser el espejo de fe y religiosidad de todos los segovianos que, con su esfuerzo físico y económico, levantaron esta catedral a partir del 8 de junio de 1525, momento en el cual se dio comienzo a las obras de mano del Obispo Don Diego de Rivera y el arquitecto Juan Gil de Hontañón que duraron hasta el 16 de julio de 1768, fecha en la que se consagró por el que entonces era el obispo de Segovia: Don Juan José Martínez Escalzo.

Respecto al estilo arquitectónico, no caben dudas al verla, de porqué se la define como la última catedral gótica, aunque realmente la concepción de espacio interior, así como la luminosidad y volúmenes respondan más a una estética renacentista. En su interior podemos encontrar grandes obras artísticas, de gran calidad, así como una construcción muy hermosa, llena de vidrieras de color.

Es muy impresionante, tanto por fuera como por dentro, aunque hay que decir que hacía mucho que no veía algo tan hermoso como esta catedral por fuera iluminada en medio de la noche. Tiene un encanto casi mágico, que hace que no puedas evitar mirarla, de esa forma no extraña que la plaza mayor, desde donde se la puede contemplar, esté llena de lugares donde tomarse una copa o una caña y algún que otro pincho a la sombra, o mejor dicho luz, de tan magnifica construcción.



En lo que se refiere al Alcázar también decir que es impresionante, impresionantemente bonito e impresionantemente grande. Construido sobre la roca, al borde de aquella que ha sido labrada por los ríos Eresma y Clamores, se erige como una construcción de claro origen militar que, como fortaleza, durante siglos fue inexpugnable.

Según la página oficial del Alcázar el testimonio más antiguo de su existencia es un documento de principios del siglo XII, fechado en EL 1122, poco después de la reconquista de la ciudad por Alfonso VI, en el que se menciona la fortaleza como un castro sobre el Eresma. Sin embargo no se le daría el nombre de Alcázar hasta, se calcula por otra carta en el que se le mencionaba ya como tal, 1155. A pesar de estos datos se considera más que probable que la fortificación existiese en tiempos más antiguos aun, quizá desde la dominación romana se aventura, pues en recientes excavaciones se ha encontrado sillares de granito equivalentes a los del Acueducto.

En la Edad Media, el Alcázar, tanto por la belleza de su situación y su indiscutible seguridad militar, como por la proximidad a famosos cazaderos en los bosques serranos, se convirtió en una de las residencias favoritas de los Reyes de Castilla.
Alfonso X El Sabio demostró hacia Segovia una extrema predilección e hizo del Alcázar una de sus residencias favoritas, hasta los últimos años de su vida, en los que celebró Cortes en esta ciudad que le había permanecido fiel.

El Alcázar, en cuanto a estilo, se fue consolidando en el proceso que, de forma progresiva, va convirtiendo la fortaleza en residencia cortesana. La reforma se hizo cuando se iniciaba la transición del románico al gótico, con un inconfundible tono del estilo cisterciense en la llamada “sala del Palacio Mayor” y la torre del poniente llamada “Del Homenaje”. Sin embargo y a pesar de su presencia en las construcción del el Alcázar, lo morisco aparece en la decoración pictórica. A pesar del tono cisterciense de estas construcciones, lo morisco aparece en la decoración pictórica.
Es muy bonito y aunque impresiona por fuera también lo hace por dentro, teniendo espacios de gran belleza, como son las vidrieras de su interior, cuidadas hasta el máximo detalle. 



Sin embargo, a pesar de su belleza exterior e interior hay algo más que deja sin aliento, metafórica y literalmente, y no es otra cosa que subir a lo más alto del Alcázar para poder contemplar sus magníficas vistas. A mediados de febrero y, por suerte, en un día con sol aunque nubloso, la vista ofrecía una perfecta visión de la ciudad, con la catedral y su muralla destacando sobre una sierra blanca al estar cubierta por la nieve.


Desde el Alcazar, tanto desde la parte superior, como desde el interior a través de sus enormes ventanales, se pueden ver la Iglesia de la Vera Cruz y el Monasterio de Santa María del Parral,
dos construcciones que debéis visitar por su valor cultural e histórico, en especial el Monasterio que es una maravilla, aunque la Iglesia no se queda corta.

La iglesia de la Vera Cruz está situada a poca distancia de la ciudad, hacia el norte y cruzando el río, lo que permite un bonito paseo hasta llegar a ella. Es muy reseñable, el más compelto ejemplar que se conserva en Europa de templo constituido por un edículo central en torno al cual gira la nave circular.

Este tipo de construcción arquitectónica de planta dodecagonal, que tiene sus precedentes en los baptisterios romanos de los primeros siglos del cristianismo, se hace habitual en las construcciones que edifican los caballeros de las distintas Órdenes fundadas por las construcciones las cruzadas en Palestina.

La construcción de la iglesia, antes titulada el Santo Sepulcro, se atribuye legendariamente a los Templarios, pero las investigaciones modernas lo ponen en duda, pues parece más cierto que fuese levantada por la Orden del Santo Sepulcro hasta que, cuando se unió a la de San Juan de Jerusalén, quedo bajo el dominio de esta orden en 1531, en la cual ha permanecido desde entonces. 

En lo que respecta a Santa María del Parral decir que es un monasterio precioso, lleno de encanto que se remonta a Enrique IV y el Marqués de Villena, Juan Pacheco. Reseñaros el hecho de que todo lo que os voy a contar a continuación nos lo contó a su vez un monje del propio monasterio que, los domingos a las 11:00, hace una visita guiada por dentro de la iglesia y del monasterio. Este detalle es algo que pocos conocen pues al estar al otro lado del río no se suele reseñar para los turistas, sin embargo merece mucho la pena, sobretodo porque te cuentan todos los detalles, la historia viva cobra forma a través de las palabras del monje y al terminar, a las 12:00 hay una misa donde se pueden escuchar en directo auténticos cantos gregorianos; una maravilla que no escuchaba desde que estuve con mis padres en el Monasterio de Yuste.

Aquí os cuelgo dos fragmentos de los cantos que hicieron los monjes durante la misa a la que asistí:



El monasterio se empezó a construir en el 54, aunque los monjes llegaron en el 47 y vivían en cabañas en torno a la construcción. La obra se mantuvo en funcionamiento unos 20 años hasta que murieron los fundadores, los dos marqueses de Villena de quienes solo quedan los dos escudos en la fachada, de ahí que sea tan austera, porque a su muerte se pararon las obras debido a la falta de recursos. Donde sí se invirtió dinero y se terminó fue por dentro, a pesar de que en 1839 se planteó derribarla porque estaba en ruinas y se podía vender; al final por suerte no se hizo permitiéndonos disfrutar de una de las grandes maravillas de Segovia, una construcción original en su interior, aunque faltaban muchos cuadros debido a la desamortización de Mendizábal. Ello crea un contraste con otros monasterios e iglesias, a penas sin ostentación, que ya se ve al verla por fuera pero también se ve por dentro: todo piedra tallada, sin adornos.

El esquema del monasterio es cartujano: una única nave, con la diferencia de que pusieron el coro  en la parte superior para que los monjes que eran de clausura, al participar de la misa y cantar sus cantos, no entrasen en contacto con nadie ni nadie pudiese verlos, solo oírlos.  La bóveda en total son 22 metros de altura y media de profundidad, lo que le da como conjunta una impresionante composición que deja ver, al final, un ventanal para iluminar la zona del coro, aumentando la sensación de profundidad. En la construcción se denota un estilo gótico del siglo XVI, un gótico tardío que hace meya en las bóvedas y es sus cruceros; también se perciben balconcillos del coro, desde dónde los monjes cantaban con la melodía de los órganos de fondo.
Todo lo que era de metal desapareció, al igual que se saquearon las lápidas de los benefactores del monasterios que estaban enterrados allí al igual que su familia; por suerte del retablo original del altar robaron muy poco y aun se puede contemplar en todo su esplendor. 



Hay mucha más información pero no os quiero saturar, así que terminaré con el monasterio hablándoos del interior del monasterio en sí, ya habiendo salido de la iglesia. Esta es una parte espectacular, realmente bonita, pues lo primero que se ve son los arcos del pórtico, un estanque con preciosos peces de colores y, tras una pequeña zona del jardín, el Alcázar de fondo. Una vista que, sin duda, merece la pena contemplar. El manantial que alimenta el monasterio es propio, pasando por en medio del mismo y llenando sus estanques con nada más y nada menos que 500 mil litros de agua al día, lo que no es de extrañar que en su día, cuando eran 80 monjes, tuviesen montada una piscifactoría. De aquello ahora solo quedan unos pocos peces que nadan en sus aguas.




Del interior del monasterio también es necesario reseñar el precioso claustro; realmente hay dos: el de clausura y el abierto pero, obviamente, solo hay acceso al segundo aunque el primero se puede ver a través de una puerta de cristal. 
Del abierto solo deciros lo que ya os podéis imaginar: que es precioso, con un techo mudéjar y arcos redondeados, da mucha paz con el sonido constante de su fuente de agua. 

Sin duda una visita que no os podéis perder, muy recomendada para conocer la historia que todo edificio histórico alberga en su interior.

Acercándonos al final cómo dejar de mencionar el Acueducto, único y magnífico se alza ante el turista y cualquiera que se quiera para a contemplarlo, se levanta increiblemente alto e increíblemente hermoso como una de las más soberbias obras que los romanos dejaron en su enorme imperio. Símbolo de la ciudad se hizo para llevar el agua desde la sierra hasta la ciudad, llegando a ser subterraneo incluso, una gran obra de ingeniería que, curiosamente en la leyenda se le atribuye al demonio.

 Para terminar hablaros de dos lugares situados en La Judería que, de vuelta a la ciudad, no debéis dejar de ver. La primera de ellas es la Iglesia del Corpus Christi, una sinagoga que aparece documentada en 1373 pero que se cree que pertenece, como pronto, al siglo XIII. Sin embargo como sinagoga solo estuvo hasta 1410, momento en el cual pasó a convertirse en Iglesia que, sin perder elementos originales, se adaptó a  este cambio como lo hicieron otras antes y después que ella.


Además tiene un elemento muy escarificador que no es otro que el incendio que la asolo en el siglo XIX que hace que sea complicado comprender cómo era originalmente.
Y por último, pero no por ello menos importante, contaros la visita guiada a la Casa-Museo de Antonio Machado, que cuesta visitarla 2,50 pudiendo ser con audioguía si vas por libre o dejando que te lo cuente una mujer muy simpática que te lleva por la casa, una pensión solo para chicos, en la que vivió este gran hombre desde 1919 hasta 1932 y que está repleta de recuerdos del poeta. La pensión siguió funcionando sin Machado hasta los 50 y, a partir de los 75 se abrió como museo.

Destaca la cocina: económica o bilbaina, con trozos de la publicación El Sol, periódico madrileño republicano donde escribía bajo uno de sus dos pseudónimos: Juan de Mairena. En ella también resalta la despensa, así como el estilo rústico de ambas, perfectamente conservada para hacérselo llegar al visitante. En conjunto la pensión tiene una gran cantidad de fotografías y de cuadros, además de una pequeña biblioteca donde se conservan todas sus obras en castellano, además de que también se pueden ver los libros de la Biblioteca Circulante en la Iglesia de San Quince, proyecto para mejorar el analfabetismo, donde se prestaban libros que en la Guerra Civil fueron prohibidos.


También hay un fragmento de su historia con Leonor, su gran amor de la que se enamoró siendo ella aun muy joven (13 años) y con la que se casó cuando cumplió los 15, aunque moriría a los 18 años de tuberculosis, lo que llevaría al poeta a Soria y a adentrarse en una profunda apatía y tristeza. Entre las pertenencias reflejadas en la casa se pueden encontrar cartas también, como la última escrita a José Bergamín,  y retratos del mismo, como el que le hizo aun en vida Rafael Peñuelas o la litografía de Picasso al poeta.

Sin embargo lo que más destaca es la habitación en la que dormía Machado, su dormitorio, donde se puede contemplar aun la cama, la mesa donde escribía o la estufa de petroléo para calentar la fría estancia en los mayores días de frío, que eran la mayoría pues, como decía él: "En Segovia solo hay dos estaciones: el invierno y la de ferrocarril".


Y con esto último termino, hay mucho más por supuesto, pero mi consejo es que vayáis vosotros mismos a verlo, ahora que sabéis lo que no os podéis perder y lo que es lo más recomendado. Os garantizo que no os arrepentiréis si decidís poner los pies en esta preciosa ciudad llena de cultura, de historia, de belleza… de todo lo que podáis pedirle. 


* Todas las imágenes de este post, excepto en la que cito la fuente, han sido tomadas por Lucía Berruga (L.B.)


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