martes, 24 de febrero de 2015

EL AMAZONAS DESVELA SUS SECRETOS EN "LA CIUDAD DE LAS BESTIAS"


La trilogía Memorias del águila y del jaguar de Isabel Allende marcó, como muchos otros libros, una etapa de mi vida; sin embargo tanto el segundo como el tercer libro pasaron más desapercibidos de lo que esperaba en relación al primero, ya que sus historias se convirtieron en una sucesión constante de lo que había leído desde el principio, cambiando solo la ambientación, las leyendas y los lugares, y si bien los disfruté nunca pude compararlos. 


A veces pienso que al ser una saga que la gran escritora creó para el público juvenil, el primero me pilló en la edad adecuada, pero los otros dos no tanto… sin embargo, a pesar de que está claro que la trilogía en sí misma no es muy digna de mención el primer libro, La Ciudad de las Bestias, de gran éxito y publicado en varios idiomas, si lo fue y además sigue siendo uno de esos libros mágicos, capaces de transportarte a otros lugares y de hacerte empatizar y conectar con los personajes.



Todo empieza con esta primera obra donde se nos presenta a Alexander Cold, un buen chico que encuentra la paz escalando y tocando la flauta, pero que con 15 años tiene todos los problemas adolescentes echándosele encima: las clases, los amigos, las chicas… además de ese mal genio que asoma, típico que todo el que ha sido adolescente conoce, y que le hace perder los nervios con su familia, especialmente con sus hermanas pequeñas. Sin embargo todo empeora a gran velocidad cuando su madre, muy enferma de cáncer, debe ingresar en una clínica especializada para recibir un tratamiento intensivo; ello obligará a la familia a separarse, haciendo que Alex acabe, a regañadientes, en Nueva York, en la casa de su abuela Kate, una periodista del National Geographic excéntrica, gruñona y muy mordaz que le llevará a su siguiente viaje: el Amazonas.


El objetivo del viaje no es otro que encontrar a la Bestia, un ser gigantesco que habita en la selva, de pelaje blanco y que, al parecer, nadie ha podido ver con claridad pues todo aquel que está cerca aparece muerto o habiendo perdido parte de la memoria tras desmayarse. 

Así, en busca del Yeti amazónico, la expedición se pone en marcha y lo que empieza siendo un esfuerzo enorme para Alex acaba convirtiéndose en la gran experiencia que necesitaba para crecer como persona y olvidarse del miedo, conectando con la naturaleza y con normas básicas que a veces pasan desapercibidas pero que son necesarias para el funcionamiento del mundo: ver con el corazón y que para recibir siempre hay que dar algo a cambio. Alex entra en un mundo donde lo material no es importante, donde podrá apreciar la verdadera esencia de lo que le rodea, donde podrá valorar la amistad y el poder de la solidaridad, así como la de luchar por lo que es justo; todo ello mientras el amazonas se va desnudando al lector, página tras página, mostrando todos sus secretos, su naturaleza evidente y sus maravillas escondidas.

Los personajes también se irán desnudando poco a poco, mostrando la construcción que Isabel Allende hace de ellos para, muchas veces, sorprendernos porque no son lo que en un principio podía parecer, ni para bien ni para mal. El variopinto grupo está formado, además de por Álex y su abuela, por Ludovic Leblanc, famoso antropólogo con los aires un poco bastante subidos; Timothy Bruce y su ayudante Joel González, fotógrafos de la expedición;  el Capitán Ariosto como equipo de seguridad y Mauro Carías, empresario que apoya la expedición y cuyas intenciones, obviamente, no serán lo que aparentan ser; Omayra Torres, doctora que se empeña en acompañar a la expedición para poder llegar a las tribus más alejadas del contacto humano y poder vacunarles en pos de evitar que los indios sigan muriendo por el contacto con humanos; Matuwe y Karakawe, indios integrados en la civilización que les ayudarán para los dialectos y las costumbres de aquellas tribus que se puedan encontrar en la ruta; y, por último pero no por ello menos importante, estará el guia, César Santos, y su hija Nadia.

Nadia es el segundo punto clave de esta novela y será el de Álex ya que gracias a ella su percepción del mundo cambiará para siempre y la amistad que desarrollarán los chiquillos, arraigada además en las aventuras que viven, se extenderá a lo largo del tiempo. Ella, unida de manera intensa a la naturaleza, pone la visión poco espiritual de él patas arribas haciendo que se cuestione cosas que antes nunca se hubiese ni siquiera planteado; con la ayuda de un chamán amigo de la niña, los dos jóvenes se adentrarán en la peligrosa selva y conocerán de primera mano a la Tribu de la Neblina, una tribu oculta a la que casi nadie tiene acceso pues viven en el Ojo del Mundo, llegarán a conocer el secreto mejor guardado, aquel que atrajo a su expedición: los secretos de esas criaturas llamadas Bestias; e incluso el libro llegará a la mítica ciudad de El Dorado.

Los poderes místicos y las creencias mueven las páginas y la pluma de Allende para hablar del significado de los sueños, de los poderes premonitorios, de la capacidad de ser invisible, de animales totémicos que marcan el cómo somos, así como las creencias en el alma y en un ideal: que las injusticias se pueden denunciar, que podemos luchar para parar el avance de un mundo cuando, este, se come al otro. Porque lo cierto es que el libro habla de un lugar precioso, y te mete de lleno en toda la belleza que ofrece, pero también en la explotación que se hace, ilegalmente, del Amazonas; uno de los grandes pulmones del planeta que cada día es deforestado y explotado en busca de piedras preciosas, crear terrenos de cultivo y construcción, y que lleva a la destrucción del hábitat natural, de las especies únicas que habitan en ellos y a la desaparición, con toda impunidad, de las tribus de la zona.

Es por este otro lado combativo de Allende, de siempre buscar la forma de concienciar escribiendo sobre lo que pasa en el mundo, que a pesar de ser una novela de carácter infantil o juvenil un adulto puede leerlo y disfrutarlo, especialmente porque  va más allá de los aspectos "terrenales", físicos, entrando en un mundo mucho más etéreo, donde los valores son universales para todos.



Aunque las dos continuaciones me las leí y no me disgustaron, no consiguieron la profundidad ni la intensidad que logró calar en mi La Ciudad de las Bestias cuando lo leí, es por ello que me centro en el libro que les dio pie como una forma de entrar en otro tipo de lectura para que quien lo lea, si quiere ir más allá, juzgue por sí mismo el valor de estos libros.


* Todas las imágenes de este blog han sido obtenidas de las fuentes de imágenes de Internet

2 comentarios:

  1. No he leído a Isabel en su formato "ficción", las novelas que he leído de ella eran personales y me encantó su forma de narrar.

    Creo que les daré una oportunidad.

    Salud.

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    1. Pues la verdad es que a mi me gustó mucho, aunque ya te digo que es para publico juvenil, así que si le das la oportunidad espero que no lo encuentres demasiado infantil para tu gusto ;) Pero también está narrada desde una perspectiva muy personal y desde luego merece la pena, al menos el primero.

      Un placer tenerte por aquí como siempre :D

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