miércoles, 30 de septiembre de 2015

¿QUÉ PRECIO TIENE TU SOLIDARIDAD?


A veces me pregunto qué precio le ponemos a las cosas, cuánto vale el anillo que no te quitas ni a sol ni a sombra, o esa chaqueta que siempre te pones para salir... ¿es más importante el dinero que te costó o el valor sentimental que tiene para ti? ¿Y si te regalan algo? ¿Te importa más el objeto o el cariño que ha puesto en él la persona que te lo da? Hay una frase que dice eso de “estúpido es creer que el regalo está dentro del paquete, siempre son las manos que lo entregan”.

A veces me pregunto si la gente sería capaz de darle un valor concreto (económico) al hecho de dedicarle tiempo a otra persona, a un familiar o a un amigo. ¿Cuánto vale ese café con tu pareja? ¿O el descanso de 20 minutos que haces con tus compañeros de trabajo? ¿Cuánto te cuesta tomarte una tarde escuchando a quien te necesita? ¿Y esa visita a un pariente? ¿O mandar un mensaje para preguntar cómo está el otro?

¿Cuánto cuesta hacer algo por otra persona? ¿Necesitamos ponerle precio? ¿Si no vamos a obtener algo a cambio de ayudar al de enfrente lo hacemos? Ser desinteresado en esta época de materialismo que nos sale hasta por las orejas es un arte… y ya no digamos ser solidario, parece que necesitamos que nos den algo a cambio para que salga de nosotros las ganas de dar, de ayudar y de cuidar de otros.

Reconozco que esta situación es muy típica, eso de mirarnos el ombligo digo, para todos, incluido para una servidora: eso de no molestarnos ni siquiera en saber lo que otros necesitan, no renunciar a nada para que otro pueda tener algo, no querer más que contar nuestros problemas porque son mucho más importantes que los que pueda tener el otro… y por supuesto no considerar, ni por un momento, que ese otro que tenemos en frente pueda estar librando una batalla interna personal en ese momento que tú no conoces (y que además no tiene por qué contarte para justificarse).

La verdad es que hoy quería reflexionar sobre ello porque llevo un tiempo con el tema en la cabeza y el otro día la gota que colmó el vaso cayó sobre mí con un fuerte ímpetu: cayó en forma de una simple pulserita rosa que me regalaban a cambio del simple acto de hacer una donación contra el cáncer de mama. Veréis la escena era grotesca ya que, como si de una tómbola se tratase, la encargada de promocionar tal lujo de oferta te contaba que por donar 5 euros te daban un llaverito con el símbolo del lazo rosa, por 10 una pulserita rosa, por 15 unas toallas… y así sin parar hasta añadir, por supuesto, la frase final “y no hay para todas, así que si queréis vuestro regalo ya os podéis dar prisa”.

Mi cara fue un poema, y ello es lo que hoy ha hecho que venga a plantear estas sencillas pero a la vez complejas preguntas sobre hasta qué punto necesitamos un incentivo para ser generosos y pensar en el otro. ¿De verdad necesitamos una pulserita rosa para donar dinero contra un cáncer que afecta a tantas mujeres? ¿O contra cualquier otro cáncer? ¿O contra cualquier problema social? ¿De verdad no podemos hacerlo sin que haya egoísmo y vanidad de por medio? Porque una pulserita rosa es inofensiva por si misma, puedes llevarla porque apoyas la lucha contra el cáncer de mama claro que si, y con mucha honra, pero me pregunto si en casos así no se lleva como quien eleva una bandera para dar a conocer su gran proeza.

Hace poco pasó lo mismo en un ámbito similar: se empezaron a llevar pulseras azules con la palabra refugiados; la historia es que te la daban por hacerte socia/o de ACNUR bajo una nueva campaña hecha con el fin de poder ayudar a los millones de desplazados que huyen del hambre y de la violencia. El mensaje era “Infórmate y consigue tu pulsera solidaria” como podéis ver en la imagen de la derecha; así mismo varias páginas web le hicieron eco y lanzaron un mensaje del tipo “ACNUR regala pulseras solidarias, vístete de solidaridad” (esta última parte era el nombre de la campaña), como si realmente lo importante fuese el regalo y no el acto en sí.

Lo mismo da que da lo mismo, sea como sea todo el mundo lucía con orgullo su pulserita, porque ellos habían ayudado a esas personas, habían contribuido con su granito de arena, grandes personas que tenían su recompensa y se la podían poner en la mano como muestra de ello.

No pretendo criticar a esas personas, no me mal entendáis, porque lo importante es que ayudaron a alguien y que no miraron hacia otro lado; lo que yo cuestiono es por qué es necesario regalar algo para hacer que más gente sea solidaria, por qué tenemos que mostrar al mundo que lo somos y no podemos guardarnos para nosotros mismos la satisfacción personal de haber intentado hacer algo bueno por otra persona. Tantos problemas porque tú ayudaste a alguien en un momento dado y luego esa persona no estaba para ti cuando se lo pediste…  ¿entonces le ayudaste con la intención de que te devolviese el favor? Siempre decepciona que el otro no esté, pero si el motivo principal que tuviste para estar con él es que él estuviese contigo en un futuro, entonces te equivocaste.

Es muy frecuente caer en esa necesidad del “algo a cambio”, lo queremos todo, y por eso hoy, quería hacer esta reflexión, quería hablar de la importancia de hacer algo altruista por el otro, sin esperar nada a cambio. Seamos solo eso: buenas personas ayudando a otras personas, luchando juntos sin que necesitemos colocarnos una banderita por lo buenos que hemos sido, porque sí, lo importante al fin y al cabo es dar y que la ayuda (tenga la forma que tenga:dinero, abrazos, cariño, tiempo) llegue a las personas que lo necesitan; pero, además de esto, creo sinceramente que la verdadera forma de hacer un mundo mejor, su construcción, empieza en uno mismo.


*Todas las imágenes de este post han sido sacadas de las fuentes de imágenes de Internet.


2 comentarios:

  1. Creo que el capitalismo en general nos ha "enseñado" a buscar el beneficio en todo y cuando digo todo es todo y es cierto que nadie da nada a cambio, la mayor parte de la gente busca un interés.

    Siempre hay gente que se escapa de esto y que da sin que nunca nadie se acuerde de darles nada y eso también me parece triste...

    Tal vez el problema sean las expectativas, esperamos que los demás sean solidarios ¿y por qué deberían serlo? ¿lo somos nosotros? A veces hay que buscar preguntas dentro de uno mismo.

    Salud!

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    1. Gracias como siempre Óscar por tus cuestiones personales que ayudan a darle más puntos de vista a lo escrito; iba a borrar la entrada y a empezarla de cero pero no quería borrar tu comentario, así que he decidido continuarla como estaba.

      Creo que tienes mucha razón en el sistema que nos han implantado con el capitalismo, y por supuesto siempre es triste ayudar a otros y que luego ellos no estén para ayudarte a ti, y que los que siempre ayudan luego estén a la verlas venir, sin ayuda de nadie...

      Lo cierto es que como aun me quedaba terminarla (al principio solo la hice queriendo plantear una serie de preguntas) como verás al continuarla aquí realmente no planteo porqué debe o no ser alguien solidario, sino que si ese alguien lo hace solo con algún motivo, por algo a cambio o por poder decir a los demás que lo es.

      Y por supuesto, como tú, creo que todo ello está dentro de cada uno de nosotros y que hay preguntas que demos hacernos delante de un espejo para contestarlas y poder hacer que las cosas sean mejores.

      Abrazos

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